Las lagunas saladas de Campo Andino reciben este nombre. Un lugar único y muy importante para la conservación de la fauna, en especial las aves. Dentro del departamento La Capital.
Si estas de viaje por la zona y te gusta disfrutar de la naturaleza, no podes no pasar y ver lo que ocurre al norte de la ciudad de Santa Fe, en un lugar que pocos conocen y valoran como uno de los patrimonios naturales más importantes de la provincia. Son tres lagunas de agua salada agrupadas en campos privados y en las que habitan miles de flamencos rosados australes, (cuando fui había unos 5000 o tal vez mas) que por alguna razón eligen cada vez más este lugar para invernar y partir luego a la zona precordillerana, para reproducirse y nidificar. Por la historia del lugar, los proteccionistas que bregan por su seguridad lo han bautizado “Añapiré” (piel del diablo), tal como lo llamaban los antiguos habitantes de la zona.
Añapiré corresponde al sitio en que, en la época de la fundación de Santa Fe, se asentaba un cacique lugareño llamado Vilípulo, Viliplo o Guilipo. El cacique amigo de Juan de Garay (fundador de Santa Fe) y los suyos tenían su toldería junto a unas lagunas, la que podría ser la actual San Pedro (Campo Andino).
Campo Andino, una población del departamento La Capital de poco más de 500 habitantes, que ya tiene incorporado como parte del paisaje invernal una movediza línea rosada en el horizonte, conformada por miles de Phoenicopterus chilensis, nombre científico de esta bellísima especie de aves acuáticas, acompañada de cientos de otras especies como Cisnes Cuello Negro, Coscorobas, diferentes patos, Rayadores, Gallaretas, gaviotas y garzas.
Es un bello lugar, donde se puede ir a disfrutar de la naturaleza hacer muy interesantes observaciones de fauna, disfrutar la paz y tranquilidad para hacer fotografía y de seguro conocerás nuevos amigos, como me paso a mí que conocí a los grandes guardianes de este tesoro, a Seba y Martin Guarda faunas, a los integrantes de los clubes de observadores de aves de Aves Argentinas, a Ricardo y otros grandes fotógrafos que admiro.
Por Sebastián Lovera – Fotos: Pablo Capovilla