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Los pacúes del río Trombetas

Por Ariel Robledo – Fotografías Jorge Alberto Escobar

En esta última entrega de la pesca realizada en el río Trombetas, voy a hablar de una especie que siempre me gusta pescar, y que afortunadamente logramos encontrar en este magnífico río amazónico: el pacú.

En las semanas anteriores a viajar al río Trombetas, en una de las charlas que mantuve con Jack Hoffman, me comentó que, entre las variadas especies que se pueden pescar en este río, también estaban los pacúes, muy activos en la época del año en la que realizamos el viaje.  Inmediatamente le pedí que me diera detalles de esta especie, ya que es una de las que más me gusta pescar. En ese momento me contó que suelen acardumarse en zonas de cascadas, especialmente para comer un alga que brota entre las piedras. Con este dato, mi mente se trasladó al primer viaje que hice a Brasil, al río San Benedito, donde tuve la fortuna de conocer al pacú borracha, un pez altamente deportivo, que tiene la característica de saltar fuera del agua cuando lo clavamos. Sí, como leíste, es un pacú que salta fuera del agua, con todo lo que ello significa para un pescador enamorado de esta especie.

Pacú borracha

Este pez es extremadamente fuerte. Llega a unos seis kilos y tiene una fortaleza importante, debido a que habita en aguas rápidas, alimentándose de las algas que nacen entre las piedras. Para carnada se pueden usar estas mismas algas: las atamos con hilo elástico (no olvidés llevar, si esta especie habita en la zona donde pescarás); o también pequeños trozos de miñoca o bolitas de masa. Yo cargué en mi bolso de pesca unas bolitas de plástico de colores, que artesanalmente ató Mario D´andrea y simulan pequeños frutos.

Otro de los sectores de pesca de este pez son los remansos donde vemos muchas hojas, flores y pequeños frutos que caen de los árboles. En estos “basureros” suelen estar alimentándose los pacúes.  Pero, como también es un pez cazador, resulta muy factible que en los lanzamientos que hacemos con señuelos pequeños o medianos en busca de tucunarés, logremos prender estos maravillosos pacúes.

En busca de los pacúes

Era el último día de pesca y lo reservamos para esta sensacional especie. Con Marcos como guía, pusimos proa hacia una zona de árboles, en donde podíamos ver cómo caían frutos y hojas al río. En este punto, me indicó que utilizara señuelos chicos de media agua y que hiciera los lanzamientos contra la costa. Si bien teníamos todos los demás elementos para pescar pacúes, Marcos me aclaró que en este mismo ambiente podíamos dar con pacúes y tucunarés.

Tras unos minutos de lances, sentí un brusco ataque a mi señuelo y, tras ello, la llevada franca. Unos segundos de incertidumbre hasta que vi que la línea hizo un par de círculos. Marcos me aclaró que tenía prendido el primer pacú con señuelo. Increíble la potencia de este pez, que no saltó fuera del agua debido a que el señuelo lo enganchó de la boca y del costado.  Hermoso pez de un colorido notable, con manchas anaranjadas, como pintadas por un artesano.

Seguimos en el lugar, y otro pique franco de un pacú, que saltó fuera del agua, generando la admiración de todos. “¡Pacú borracha!”, grité, y la felicidad aceleraba mi corazón al máximo.

Varios minutos de pelea, tratando de evitar que ganase la zona de palos y, por fin, la foto con el hermoso pez.

Ya habíamos recorrido toda esta zona, y Marcos me indicó que íbamos a navegar hasta otro sitio en donde también lograríamos piques, pero esta vez, anclados, con las bolitas de plástico.

Guardé los señuelos y coloqué los anzuelos con las coloridas esferas. Bastaron un par de minutos y empezamos a ver un par de golpes de agua. Marcos me indicó que hiciera los lanzamientos hacia ese lugar. Tomé mi vara con el reel frontal Okuma Ceymar e hice un lance largo. La técnica era dejar hundir unos centímetros el engaño y darle golpecitos con la punta de la caña, simulando una fruta.  Generalmente, el pique surge cuando el nailon o el multifilamento se afloja y la “supuesta fruta” queda a la deriva, empujada suavemente por la correntada.

Hice un par de lances y cuando cayó en el sitio adecuado sentí el brusco pique de un pacú. Era una inmensa alegría saber que el engaño funcionaba a la perfección. Unos minutos de pelea y vi la figura ovalada que surgía en la superficie “¡Pacú, pacú!” Y la felicidad que siempre nos genera encontrarnos con este pez sensacional.

Las fotos ilustran claramente cómo las bolitas de plástico surtieron el efecto deseado. Lo regresamos al agua y realicé un par de capturas más con este cebo.

Marcos me invitó a navegar hacia otro tramo del río, en donde me dijo que podíamos pescarlos con las algas que hay entre las piedras.  Así zarpamos hacia el nuevo destino en busca de otra alternativa de pesca.

Cuando llegamos, una gran cascada formaba un bello paisaje. Cerca de unas piedras, el guía buscó pequeñas hojas de algas y las ató a mi anzuelo. Tenía que lanzar hacia la corriente y, cuando la carnada llegara a la zona de remansos, ahí tendría el pique. 

No les puedo decir la cantidad de piques que fallé hasta agarrarle la mano a la llevada y no perderlos. Fueron momentos que jamás olvidaré de este río Trombetas.

Mientras regresábamos, repasaba las diferentes instancias de pesca, las especies, los lugares, las técnicas, y sinceramente me sorprendió ver tanta cantidad y calidad de peces.

Con este artículo cerramos nuestra visita al río Trombetas. Quise ofrecerles un relato de variedad de especies en cada artículo, ya que en una sola edición hubiese sido un pecado resumir todas las vivencias.

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