LA OBSESIÓN DE NO DEJAR DE PESCAR
El Lago Argentino es una de las pocas excepciones a la regla general y permanece abierto para la pesca durante todo el año, por lo que cualquier fanático pescador que visite El Calafate, aún en pleno invierno, tiene la posibilidad de pescar truchas. La pesca es una sana obsesión, si es que hay obsesiones sanas.
Pescar no es un pasatiempo, sino un deporte. Y más aún, al menos para mí, una forma de vida… o, por lo menos, una forma de gozar de la vida. Todo mi tiempo libre está vinculado a esa actividad: no hay vacaciones o viaje que no sean en zonas con aguas pobladas de peces.
Sólo el trabajo me lleva a lugares donde no hay pesca… inclusive esto también es relativo porque, de hecho, de las tres actividades que me dan de comer a mí y a mi familia, dos están vinculados a la pesca: enseñar a lanzar y atar moscas en un fly shop, y escribir en esta revista.
La caña es una extensión de mi brazo. Y no soy un bicho tan raro, pues somos miles… acaso, amigo lector, ¿usted no se parece en algo a mí? Creo que sí, pues de contrario no estaría leyendo esta publicación llena de anzuelos y escamas.
Aprovechar el viaje
Este bendito país es paradisíaco, especialmente para la pesca: miles de opciones, ambientes, peces, posibilidades de pesca por doquier. Viajar es la oportunidad de pescar en lugares nuevos y probar con especies distintas a las que pescamos todos los días en nuestros pagos.
Así, viajando, la fortuna nos llevó a El Calafate en agosto y fue la ocasión de una nota fuera de lo común: pesca de truchas en pleno invierno, una época en la que la mayoría de los trucheros dan descanso a sus cañas.
La idea era revelar que se puede seguir pescando, que la veda no es total. Queríamos demostrar que esa pesca no es tan sacrificada, y que el frío y el hielo de las costas son sólo notas de color que le dan tintes de chifladura a esta pasión por la pesca… en fin, una anécdota piscatoria más para contar. Y, sobre todo, animar a los pescadores que viajan para esos pagos a cumplir el sueño de pescar su primera trucha.
Y sobre todo esto último… porque estoy pensando en los pescadores del norte, del litoral, en todos los que viajan con la familia o su pareja a conocer el mundialmente famoso glaciar Perito Moreno. Nada justifica perderse la oportunidad de tomarse medio día para pescar la tan famosa trucha, sea cual sea la época del año.
Todo a la mano
En la zona se puede pescar con mosca, en spinning, bait casting o con mosca con caña y reel convencional usando buldo (ver recuadro BULDOS), de manera tal que podrá pescar en la modalidad que usted ya conoce o experimentar una nueva.
Como se dijo más arriba, si usted es un pescador del litoral o de la costa marítima, no necesitará comprar nada, pues es más simple y económico contratar los servicios de guía que le facilitan los equipos y la indumentaria. Es más, si desea degustar la pesca con mosca también puede pedir que le den las lecciones básicas y sacar su primera trucha practicando el fly fishing.
Nada le impide concretar su sueño de pescar en la Patagonia y obtener su primer salmónido… y esto es válido no sólo para El Calafate sino para toda la Patagonia. Para fanáticos como nosotros es inconcebible andar por esos pagos donde reina la trucha sin probar pescarla.
Nuestro viaje
Dado que nuestro viaje fue a principios de agosto (época en la que sólo está permitido pescar en el lago), comenzamos probando en las costas de la estancia Bon Accord cercanas al aeropuerto. Pero antes, como es de rigor, nos recibió su titular Gerardo Povasan que nos dio una muy cálida bienvenida con la hospitalidad propia de los patagónicos.
La pesca fue un poco dura, según algunos porque el frío aletarga a las truchas, pero el paisaje salvó el escaso pique… ni hablar de los bifes al disco que prepararon Miguel “Matute” García y Carlos Ferreira, encargados del apoyo logístico. Para mi sorpresa, la pesca era con líneas de flote y muy lejos del veril, algo muy diferente a lo que estoy acostumbrado en la pesca en lagos.
El segundo día de pesca lo repartimos entre las costas frente a la ciudad por la mañana, y luego por la tarde en unas lagunas formadas por la bajante del lago en la Estancia “La Soledad”, de Piero Goti que gentilmente nos permitió el ingreso, localizada en la zona de Puerto Bandera (donde zarpan y arriban los catamaranes que realizan las excursiones a los glaciares, algo que nadie tendría que perderse).
El tercer día de pesca fue en la zona denominada “La Punta” ubicada en la margen norte del lago. Esta jornada fue la más productiva, siempre con líneas de flote y en zonas de escasa profundidad. Todas las truchas capturadas fueron arco iris, aunque lo que buscábamos eran los bocones que fueron esquivos esta vez.
Los pescadores santacruceños llaman “bocón” a la también denominada “trucha de lago”, de nombre científico Salvelinus namaycush, originaria de los grandes lagos de Canadá y EE.UU. donde alcanza portes que superan los 20 kilos, aunque en nuestro país no se han pescado mayores a los 15 kilos… lo que es lo suficiente para dedicarles un tiempito ¿no?.
A los bocones hace tiempo que le debemos una nota, cosa que en el próximo año cumpliremos pues es un trofeo que así lo amerita. Esta vez faltaron a la cita, pero juramos que insistiremos.
Las jornadas fueron frías pero con un cielo diáfano, por lo que pudimos disfrutar de paisajes sobrecogedores. El grupo de pescadores que nos acompañaron fue todo un batallón: Federico Lima, Maxi Ferreira, Hugo Brunelli y Daniel Velázquez forman parte del equipo de guías de Calafate Fishing con Jorge Décima como jefe de guías. También se sumó Rubén Rojas, artesano y pope del fly fishing local, que también lidera la escuelita de pesca con mosca gratuita para los alumnos de las escuelas secundarias locales… un ejemplo que deberían seguir muchas asociaciones de mosqueros del país.
Balance
Ante todo, se impone resaltar estas excepciones a la regla general del Reglamento por varias razones: primero porque posibilita a los pescadores continuar con la práctica de su deporte, segundo porque suma atractivos turísticos a las economías regionales, tercero porque pone las cosas en su lugar respecto del verdadero cuidado de los ambientes donde se reproducen las truchas (lo que sucede en los ríos y no en los lagos), cuarto porque es realista respecto de la verdadera presión de pesca (que es bajísima en invierno)… y éstas sólo por citar algunas.
Otro aspecto a tener en cuenta es el crecimiento del Producto Turístico Pesca en nuestro país: en los últimos 10 o 15 años los pescadores argentinos cada vez viajan más para pescar y consumen más servicios (guías, cabañas, etc.). Y prueba de ello es El Calafate, donde la empresa Calafate Fishing ha trabajado al borde de su capacidad en la temporada 2014-2015 e, inclusive para nuestra sorpresa, nos comentó que han vendido salidas de pesca en pleno invierno.
Para comprender claramente de que se trata esto, es fundamental mirar la verdadera dimensión del cambio pues nadie jamás hubiese pensado en El Calafate como destino de pesca, sin embargo ya lo es… De hecho recibe turistas nacionales y extranjeros sólo para pescar salmones del Pacífico, por ejemplo. Así como lo leyó: hay quienes van atraídos sólo por la pesca y visitan los glaciares si les sobra tiempo.
Respecto de la pesca invernal, debemos decir que es una experiencia más que interesante. Y si bien es cierto que exige mucho abrigo, también es innegable que es una práctica novedosa y en medio de un paisaje inigualable.
En fin… si usted anda por esos pagos, sea cual sea la época del año, no puede perder la oportunidad de pescar.
Texto: Gabriel Luis Paccioretti – Fotos: Darío Traffano