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LAGUNAS DE FUEGO

Por Aníbal Bahler

Después de mis dudas sobre si viajaba al Encuentro de Pesca con Mosca más importante del país en Río Grande, recibí una llamada de mi amigo Jorge Escobar, uno de los titulares de la revista El Pato y El Pato TV, para invitarme para cubrir este evento. Sin pensarlo le dije que sí.

El motivo de nuestro viaje era cubrir el encuentro y así surgió una hermosa nota que pudieron disfrutar en la revista del mes de enero de este año.

Pero consideramos que la pesca en Tierra del Fuego no tiene lugar solo en el río Grande con las truchas Sea Trout (trucha plateada o de mar), sino en una cantidad de lagunas y ríos muy chicos que tienen muchas truchas de distintos tamaños, a las que pescándolas con equipos livianos se disfruta de una manera indescriptible.

Llegamos a Río Grande un día martes, donde nos esperaba Peter Pereyra, como siempre gran anfitrión. Ese día relevamos Aurelia, lodge de pesca sobre el río Grande. Al día siguiente Peter nos llevó a Tolhuin, donde nos encontramos con Miguel Zanglá, gran guía, mejor amigo y nuestro baquiano durante esos días en esas lagunas interiores de la isla.

Después de desayunar en la panadería tradicional La Unión, de Tolhuin, partimos a pescar. Miguel me preguntó qué nos gustaría hacer. Yo le dije que lo seguía, ya que mi experiencia en la pesca de truchas era muy poca.

Aceptamos gustosos la propuesta de hacer pesca a pez visto. Para ello fuimos a la laguna Margarita, única que no está conectada al lago Fagnano. Llegamos, nos cambiamos y listos para pescar. Armamos los equipos. No había llevado cañas chicas así que Peter, de Anglers Aventura Fly Shop,  me prestó un equipo cinco, y con moscas secas y ninfas que me dio Miguel, comenzamos a caminar por la orilla de la laguna mirando hacia el agua. No caminamos más de veinte metros cuando Miguel me dijo si veía una trucha, pero yo todavía no distinguía nada hasta que pude acostumbrarme y verlas. Aunque me cedió el tiro, lo dejé a él primero y atrás lancé yo, con la suerte de que la trucha tomó mi mosca. Imaginen mi primer cast y tenía una trucha: era todo alegría y agradecimiento hacia Miguel.

Seguimos caminando y vimos otra a la que le tiramos, vio la mosca y se fue pero, detrás, Santiago Lesta, otro amigo técnico en acuicultura,de Ushuaia, encargado de la repoblación de truchas en esas lagunas, la esperó y la pudo sacar.

Después llegó mi turno de ver una trucha y pescarla: fue lo más lindo que me pasó hasta ese momento. Seguimos con esa pesca tan atractiva que me cautivó.

Pasado el mediodía, después de una mañana espectacular de pesca, decidimos parar a almorzar e hicimos unos ojos de bife asados, acompañados con unos vinos: un hermoso momento para contar anécdotas. Después de almorzar, Miguel nos llevó a recorrer lagunas y ríos mostrando los diques que hacen los castores y las jaulas de desove o cajas Vibert que controla Santiago. Éstas están divididas en dos compartimientos: en el de arriba se ponen los huevos fertilizados, unos veinte días antes de eclosionar. Cuando eclosionan van cayendo por las rejillas y abajo reabsorben el saco vitelino. Cuando empiezan a nadar suben un poco y se escapan por las rejillas laterales. A veces las más sedentarias, si no insisten buscando salir, empiezan a comer lo que entra a la cajita y después no pueden salir de lo gordas que quedan.

Después del recorrido viajamos hacia el complejo de cabañas Laguna Negra sobre la laguna del mismo nombre, que se formó al borde del lago, solo separada por una barda muy angosta de tierra. Llegamos a las cabañas a eso de las seis de la tarde, nos alojamos y decidimos hacer los primeros tiros. La pesca era diferente, ya con un equipo siete y línea de flote con mosca seca, pescando al vadeo y con lanzamientos largos. Se veía mucho movimiento y las truchas salían a comer muy cerca de nosotros, pero no lográbamos engañarlas. Después de varios casteos en abanico logré clavar una arco iris, seguida por una marrón, mientras Miguel capturó una arco iris de mejor tamaño: ya estaba el día hecho, así que decidimos disfrutar de las cabañas de madera, cenar y dormir.

Los días son muy largos, ya que eran las doce de la noche y todavía se veía claridad, y a las cinco ya está el sol arriba.

Al día siguiente lo queríamos aprovechar, ya que al mediodía teníamos que regresar a Río Grande. Arrancamos a las siete, pero el día no era el mejor: amaneció frío con lluvia y mucho viento. Entonces decidimos ir a pescar a la otra margen, donde el viento no nos pegaba de frente, ya que había que castear lejos.

Comenzamos a pescar y Jorge filmaba cada cast, hasta que tuve el mejor pique: una hermosa fontinalis, la que nos faltaba para el gran slam. Después de algunas arco iris más decidimos dejar de pescar, ya que el tiempo era insoportable y la pesca había sido un éxito. Nos fuimos a las cabañas, almorzamos un rico asado y comenzamos el retorno hacia Río Grande, después de dos días magníficos de pesca con un amigo como Miguel. Realmente ya estábamos esperando un nuevo viaje para compartir y disfrutar de esos hermosos lugares que tiene Tierra del Fuego.

Palabras de un guía patagónico. Por Miguel Ángel Zanglá.

Como venían a pescar el río Grande y tenían dos días libres, quise que probaran la pesca en dos de las tantas lagunas de esta maravillosa isla: Margarita y Negra.

Laguna Margarita

Se llega después de recorrer unos setenta kilómetros desde Ushuaia, los últimos dieciséis por un camino de ripio, rodeados del típico bosque fueguino de lengas y ñires.

La laguna tiene una profundidad máxima de 34 metros y se alimenta principalmente a través del arroyo del mismo nombre y de una decena de pequeños chorrillos provenientes del deshielo de primavera y las lluvias del verano.

Esta laguna es repoblada anualmente con juveniles de trucha marrón por la Dirección General de  Recursos Hídricos dependiente de la Secretaría de Ambiente, Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, lo que garantiza una buena población de peces y las capturas de los muchos pescadores, sobre todo, locales, que la visitan.

La idea no era hacer la típica pesca de aguas paradas, vadeando y con largos casts con líneas de hundimiento. La técnica sería caminar por la orilla, lentamente, para no alertar a los peces que se encuentran recorriendo las zonas bajas en busca de alimento, y lanzar sobre ellos, lo que se conoce como “a pez visto”.

El uso de una gorra con visera y anteojos polarizados es fundamental: de lo contrario, resulta casi imposible ver las truchas, sobre todo, cuando el viento sopla y la superficie de la laguna está rizada. Por lo general, al principio de la búsqueda, cuesta distinguir a estas truchas, en su mayoría marrones y de no más de un kilo y medio. A medida que la vista se acostumbra, las vemos como pequeñas manchas color marrón o anaranjado, si está soleado.

Para ganar tiempo siempre es conveniente llevar la mosca en una mano y unos dos o tres metros de línea en la otra, ya que, cuando logramos detectar una trucha, hay que tirarle cuanto antes, porque están moviéndose constantemente y es fácil perderla de vista. Si nos detectó, ni hablar, jamás la ubicaremos.

Una vez que tenemos el objetivo a la vista, lo ideal es hacer uno o dos falsos casts en otra dirección para medir el tiro y, cuando estamos listos, dejar caer la mosca, por lo general unos 30 o 40 centímetros delante de la trucha. Las moscas pequeñas, ninfas, scuds y soft hackles en anzuelos #12, #14 o #16, son las que más rinden. Al ser esta una laguna de aguas muy frías, no se dan grandes eclosiones de insectos, por lo que las moscas secas no han dado mejores resultados, por lo menos, en mi caso.

En esta etapa, la vista sigue siendo el sentido más importante: si la mosca cayó bien y la trucha no se asustó y salió huyendo, veremos cómo el pez se dirige hacia el artificial, abre la boca (por dentro es blanca, y eso ayuda bastante) y finalmente toma nuestra mosca. Es el momento de la clavada: si no lo hacemos, seguramente escupirá la mosca y habremos perdido una buena chance. A pesar de que, por lo general, esta acción se da a una distancia más bien corta, entre dos y cinco metros, muchas veces no estamos seguros de si la trucha tomó o no nuestro engaño, sobre todo, si el agua está movida. Para asegurarnos, una vez que la mosca está en el agua, es de mucha utilidad recoger la línea con muy pequeños movimientos y, cuando notemos una pequeña resistencia, será porque el pez mordió y deberemos clavar para fijar el anzuelo.

Pescando de esta forma, si tenemos suerte con el clima y la laguna está tranquila, es posible tener mucha acción y lograr un gran número de capturas.

Esa mañana el clima acompañó y pudimos sacar dos o tres truchas cada uno, aunque muchas otras se soltaron o nos vieron justo antes de tomar la mosca. Todas dieron gran pelea, con corridas y saltos que se ven magnificados por el uso de un equipo liviano.

El equipo recomendado para esta pesca es una caña tres a cinco, líneas de flote, líderes de fluorocarbono de nueve pies o más, con tippets 3X o 4X.

Después de la pesca y el almuerzo, nos dirigimos hacia Tolhuin, el corazón de la isla, a pescar otro ambiente.

Laguna Negra

Se encuentra a unos diez kilómetros de Tolhuin y unos 120 de Ushuaia. Al igual que las lagunas Palacios, Bombilla, Del Indio, Kosovo y Varela, la laguna Negra se originó con el gran sismo de 1949. Al estar conectada al lago Fagnano recibe el aporte de truchas marrones, arco iris y fontinalis de respetable tamaño, siendo el promedio un kilo y medio a dos kilos. Sin embargo, tiene características bien diferentes del lago. Las aguas de la laguna Negra son oscuras, ya que la mayoría de los arroyos y chorrillos que la nutren están plagados de castoreras y se tiñen por el tanino de los muchos árboles que los castores cortan para hacer sus diques y madrigueras.

Aunque se desconoce su profundidad, se estima que no supera los cinco metros. El fondo es más bien barroso aunque tiene zonas con pedreros. La vegetación acuática es sumamente abundante, lo que favorece la vida de anfípodos y ninfas de todo tipo, principalmente, caddis.

La pesca se realiza preferentemente con líneas de flote o intermedias. Debido a la poca profundidad y a la gran cantidad de algas, el uso de líneas de hundimiento no es recomendable.

Es fundamental el wader o, en su defecto, un flotador o belly boat, ya que las orillas están saturadas de árboles y troncos, lo que impide lanzamientos cómodos con una caña de mosca.

Mientras el bosque lo permita, conviene efectuar los primeros casts desde la orilla o apenas con los pies en el agua, ya que las truchas, muchas veces, se encuentran más cerca de lo que esperamos. Si los primeros tiros no dieron piques, entonces nos meteremos un poco más en el agua y lanzaremos cada vez un poco más lejos, tratando de cubrir el agua. Además de los típicos lanzamientos en abanico, conviene hacer lances paralelos a la costa e, incluso, hacia la misma orilla, si ya estamos a cierta distancia.

La pesca que más disfruto y que mejores resultados me ha dado en esta laguna es con línea de flote, un líder de nueve pies y pequeñas wolly buggers lastradas, en colores naturales, como marrón, verde oliva y negro. Si después de haber cubierto un sector lanzando en distintas direcciones no hubo respuestas, hay que moverse hacia otro y repetir la acción. Después del lanzamiento, hay que recoger la línea con pequeños tirones mientras que le damos tiempo a la mosca para que profundice un poco y trabaje entre la superficie y las algas.

Muchas veces, la laguna parece estar deshabitada, no se percibe actividad alguna, aunque podemos tener piques a media agua y lograr buenas capturas. Si no hace demasiado frío al caer la tarde, se dan grandes eclosiones de caddis y la laguna parece cobrar vida, las truchas saltan por todas partes: es el momento ideal para poner alguna mosca seca que imite a esos insectos. La Elk Wing Caddis y la Goddard Caddis son las más usadas y efectivas.

Recuerdo que esa tarde hubo muchísima actividad en superficie y pescamos algunas truchas medianas, algo muy divertido.

La mañana siguiente estuvo muy fría: tuvimos que recorrer un poco más la laguna para encontrar alguna trucha que quisiera picar, pero las encontramos. El objetivo estaba cumplido.

El equipo más recomendado va desde un cinco a un ocho, líneas de flote e intermedias, y líderes de nueve o diez pies de fluorocarbono. Las moscas del tipo wolly bugger, ninfas como la Prince y Copper John y secas que imiten caddis son muy buenas.

Pasamos dos días de pesca bárbaros, con viejos y nuevos amigos. Ojalá se repita pronto.

MIGUEL ÁNGEL ZANGLÁ. Guía de pesca en Tierra del Fuego. Tel. (02901) 155 11183 / maflyfishermantdf@gmail.com

Agradecemos a Peter Pereyra Mullins, de Anglers Aventuras, por las gratas atenciones recibidas y la coordinación de las notas. Perito Moreno 368. Río Grande, Tierra del Fuego. Tel: (02964) 423 341 info@anglerspatagonia.com / www.anglersaventuras.com

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