Una especie luchadora, que alcanza grandes portes y que como tantas otras es dejada de lado sin un motivo claro alguno
Pusimos rumbo hacia Fighiera, mas precisamente al Arroyo Seco Rowing Club, ahí nos esperaba mi querido amigo Franco Romagnoli.
Postal que se van a encontrar al arribar, es la siguiente. Franquito destapando la North Carolina, cargando todas las bebidas y el huevo en esa heladera enorme ubicada bajo la butaca doble y en la Proa mientras hace todo esto, un buen cafecito con facturas y los mejores muffins de la zona….. ya con la panza llena, nos dirigimos hacia el riel en donde nos bajan la lancha con nosotros arriba, al mejor estilo montaña rusa. En esta visita, la primera reacción que tuvimos todos fue….. que bajo que esta el río. Y sí, no es novedad que nuestros río están atravesando una bajante histórica, y creo que todos esperamos que en poco tiempo reciban agua para volver aunque sea a niveles cercanos a lo normal, dado que va a llevar un tiempo que recuperen la actividad, mas aún con las nuevas estructuras que se van a formar.
Otra cosa que vimos, es que el rio en tres días se puso chocolate, por lo cual mientras iniciábamos la navegación íbamos haciendo cambio de planes. Por un lado sabíamos que íbamos a insistirle a los dorados, pero por otro lado sabíamos que se iba a poner difícil con estas condiciones, sumado al viento que soplaba.
Primer parada, equipo par carnada, anguilita y un par de pasadas a una de las canchas donde podíamos dar con los amigos babosos. En este caso nosotros usamos cañas de 20 a 25 libras, con plomos de 80 gramos, bajando entre unos 30 a 40 metros de profundidad el mismo para traerlo picando en el fondo. La línea que se usa es común, con el plomo sobre el multi y un chicote de un metro aproximadamente, terminado con un anzuelo 9 o 10/0. En mi caso, sabiendo que estaban rápidos y no daban mucho tiempo a clavarlos, y viendo las condiciones del río decidí quebrar la línea en 2. Del multi un chichote de nylon del 100 de unos 35 centímetros en donde trabajaría solamente el plomo, delimitado por dos perlitas entre esmerillón y esmerillón, y un segundo chicote de un metro también de nylon pero del 80 terminado con un anzuelo 9/0 y su anguila cocida. Otra opción es la de reemplazar el chichote mas largo por uno de cable de acero fino de 60 libras. Este tipo de líneas lo que hace es permitir que el plomo labure delimitado y que no altere la arrastrada de la carnada, de esa manera esta viene mas planchada en el fondo.
En esta primer pasada tuvimos dos toques medios raros, y dimos con algunos pequeños juguetones. Al rato mi viejo tuvo una linda afirmada que trajo hasta el lado de la lancha y no pudimos subir, dado que venia apretando la anguila y no estaba clavado.
Hicimos un par de pasadas mas y probamos con unos tiros con señuelos a las barrancas, son éxito y viendo que el viento calmaba sobre la tarde, dijimos vamos a la orilla, prendamos el fuego y aprovechemos a comer un lindo asadito y descansar para la tarde. Así mismo lo hicimos, mientras que planeábamos que puntos tocábamos después de almorzar y como encararíamos la tarde.
Luego del almuerzo, con bebidas frescas y una buena ensalada de frutas de postre, nos dirigimos a ver si dábamos con algunos dorados con carnada, la idea era ver si el viento dejaba garetear la punta de un banco y después una costa del Paraná con barrancas que podía tener reparo.
Estuvimos unos 40 minutos intentando caminar esos lugares, pero las condiciones no estaban dadas. Perdimos algunas líneas en el palerío del fondo y la parte del banco era imposible ya que el viento te dejaba frenado directamente y no caminaba nada. Por lo cual, acordamos irnos a una cancha que si bien iba a estar movida por el viento, siempre nos había dado buenos portes de Patíes, así fue que se encendió el motor y la Noth Carolina salió con rumbo nuevo, mientras que nosotros íbamos revisando las líneas y cambiando de equipo.
Llegamos, y el panorama era el que pensábamos, olas grandes, viento, pero sabíamos que si lo aguantábamos, esa cancha no pagaba, y a la a tarde iba a dar sorpresa con la baja el los nudos. Nuevamente, acomodamos las carnadas, verificamos los pesos de los plomos y allá fuimos. La primera pasada la hicimos cortita, buscando ver si en ese lugar había algo acardumado. No habiendo tenido el resultado esperado, decidimos hacer la pasada completa, y sobre el final de la primera pasada tuvimos un bueeen pique en la caña del Doc Marce. Todo se veía como un ejemplar de porta grande en serio, plantado y peleador, hasta que al empezar a subir, nos dimos cuenta que el comportamiento de la caña no era el normal, y si… increíblemente venia pinchado de la cola, a lo cual supusimos que se seguramente soltó la carnada y el anzuelo se le pegó en la cola. En la nueva pasada, al comienzo nomas, tuve un pique de los juguetones en mi caña, esos que tocan, suelta, llevan apenas amacándose y sueltan, lo cual suponíamos era un ejemplar pequeño. Acá si se abrió el pickup un poquito y empecé a jugar hasta que se decidió, y no nos equivocamos, un hermoso pequeño había picado, inaugurando la pasada.
Los piques eran secos (salvo de los ejemplares chicos), y no daban tiempo a dejar llevar. Es decir, si dejábamos que lleven, soltaban, era como un mordisco brutal y cabeceada y soltaban, por tal motivo, como lo adelantamos habíamos decidido cerrar el pickup con el reel ben regulado y estar atentos a la jugada.
En esa misma pasada tuve un pique de los buenos en mi caña, de nuevo se veía plantado y pesado, y a que no saben que…… también pinchado de la cola, una cosa increíble. Lo levantamos, y subimos de nuevo, se estaba poniendo bueno y los tamaños mejoraban. Nos quedaban unas 3 pasadas. En esta nueva tuvimos un par de toques pero de esos confusos, que al estar tan rápidos a veces te ganan de mano o se confunden con el piso o tranca, de las cuales hay muchas. Un consejo para evitar estas y no perder tiempo ni líneas es jugar con la cantidad de línea que soltamos. Si vemos que empezamos a tocar mucho el fondo, recuperar un poco, y si notamos que la línea empieza a volar o quedar en el aire, soltaremos unos metros hasta que empiece a trabajar, recuerden que estamos 40 metros abajo.
Volvimos a subir para la anteúltima pasada y acá fue el momento letal. Marce tiene un pique que lo afirma y empieza a sacarle multi a lo loco, y este estaba de la boca, ya se notaba. Un buen laburo de paciencia con la caña y subió a la superficie por primera vez….. peeero, ya saben que cuando esto pasa, vuelan para abajo nuevamente y oootra vez a empezar. En ese momento el segundo pique fue en mi caña en simultaneo y pasó algo raro. Atento al mismo, no dudé en clavar y afirmar mas de una vez, pero lo raro es que se mostraba como muy “entregado” en su lucha, cuando el pique había sido como de uno de los buenos…. En este momento Franquito me dijo, a mitad de camino se te va a plantar y agarrate bro, yo solo asentí con la cabeza y metros después… se plantó nomas
Fue un lindo show a la par de dos bestias subiendo y llevando de nuevo línea a las profundidades de manera alternada, esl un reel chillando, y cuando se calmaba era el otro… un evento hermoso que lógicamente disfrutábamos y mucho.
Una vez que subimos ambos ejemplares, sacamos fotos y los devolvimos sanos y salvos y acá hay otro punto a tener en cuenta. En esto casos, todo lo que tocan queda lleno de baba, la cual si no se tiene cuidado arriba de una lancha y mas con oleaje puede terminar en un golpe o accidente, así que siempre, luego de devolverlos tengan un trapo a mano para limpiar bien la baba de los pisos y que sea seguro caminar en la embarcación.
Ya con el sol empezando a ocultarse dimos por finalizada la jornada, en donde si bien no dimos con los dorados, nos topamos con una buena cantidad de estos torpedos y de todos los tamaños. Desde atrevido gurrumines que ponen a prueba tu paciencia en los piques, hasta ejemplares de casi 20 kilos que ponen a prueba tu velocidad y concentración para no perder los piques, en resumen… vuelvo a afirmar que es una especie que se la deja de lado y en realidad ofrece desafíos de todo tipo a la hora de pescarlos.