Si hay una pesca que nos apasiona tanto a porteños como a bonaerenses es, sin dudas, la del pejerrey. Podemos encontrarlo en el Salado, lagunas, lagos y cavas. Si no se encuentra en forma natural, se lo siembra, es una especie muy adaptable de gran valor deportivo y culinario.
Por Luis Kurz
A mí gusto el lugar donde más me apasiona pescarlo al pejerrey es, sin dudas, el gran Río de la Plata. En este ámbito se conjugan variables que lo hacen diferente, no solo debemos saber pescar, sino también hay que ser muy habilidoso para navegar por el estuario.
Con respecto a pejerrey, en primer lugar, no estamos hablando de un pez lento, acostumbrado a vivir en lugares cerrados. Se trata de un pejerrey migratorio que nada cientos de kilómetros contra la corriente para cumplir con su ciclo reproductivo, y esta condición le da una fuerza y potencias distintas a los pejerreyes que viven en otros ambientes.
Sabemos que, promediando la primavera, cuando se calienta el agua, la gran mayoría de los cardúmenes comienzan su viaje, tal vez buscando la frescura de las aguas salobres de la bahía de Samborombón. Llegado el mes de abril, y con los primeros fríos del otoño, comienzan a remontar, primeramente lo hacen sobre el río Uruguay, una vez ingresados, se diseminan por todo el estuario.
Este año el otoño se adelantó y, a fines de marzo, ya notamos un cambio de temperaturas, lo que me puso ansioso a la espera de los primeros resultados confiables.
Los primeros días de Abril, charlando con Julio Alquézar, amigo y guía de pesca, me confirmó que ya estaba sacando algunos de buen tamaño, pero no valía la pena navegar casi hasta Colonia ( ROU) para venirse con unos pocos ejemplares. Transcurridos unos 10 días recibo la ansiada llamada y combinamos para hacer la salida.
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