La perspectiva desde Argentina de una actividad única, diferente y practicada por unos pocos. En esta nota voy a relatar mi maravillosa experiencia como aprendiz y cazador con arco.
Por Felipe Venecia
La actividad cinética (cacería) es algo innato al hombre, está tallada en nuestra historia y marca el propio origen y subsistencia de la dinastía humana.
Al cazar, conectamos con aquel hombre primitivo escondido en lo más profundo de nuestro interior, eso nos hace fuertes, creo que en ocasiones es fundamental esa vitalidad para poder jalar del gatillo.
Una vez un viejo y sabio cazador, con una copa de whisky en la mano me dijo: “Dejar de lado los problemas de la cuidad, bajar un poco los decibeles y entrar en ambiente directo con la paz del campo es totalmente necesario para el hombre”. Aprehendí su mensaje y para mí se ha transformado en un hecho adictivo, un estilo de vida.
El arco de poleas
Existe una denominación errónea y confusa para el arco de poleas, suele ser llamado arco compuesto, porque proviene de la traducción del inglés “Compound bow”, la cual hace referencia a los antiguos arcos denominados “compuestos” porque estaban formados por varias láminas de distintos materiales, entre ellos huesos, madera, etc.
El primer arco de poleas fue creado por Holless Wilbur Allen en la década de 1960, desde ese entonces ha evolucionado a paso agigantado con nuevos diseños, mejoras en el rendimiento y sobre todo, en la precisión.
Las poleas que lo conforman, facilitan la apertura del arco, logran distribuir la fuerza para así poder sostener abierto el arco, reduciendo la fuerza en un 75% u 85%, esto es llamado “let off”. A diferencia de los arcos tradicionales, los de poleas (compuestos) están equipados con sistemas de puntería (miras), estabilizadores, reposaflechas y disparadores, lo que hace al tiro un poco menos intuitivo, pero sin dejar de ser la técnica de caza más primitiva y ancestral. Todos estos accesorios son creados con la finalidad de aumentar la precisión y comodidad de tiro.
Esta modalidad de caza, lamentablemente, es poco practicada en Argentina, pero si profundizamos en el tema, no tiene límites, es un mundo inmenso y muy intrigante que lentamente crece en nuestro país. Existen muchos tipos de arcos y cada cazador tiene que encontrar el conveniente, dependiendo de diversos factores (potencia, apertura, let-off, medidas del arco y por supuesto, el gusto de cada bowhunter).
Mi comienzo
Desde chico me involucré en todo tipo de actividades relacionadas al aire libre y hoy siento que tanto la caza como la pesca forman parte de mi esencia.
Mi comienzo como cazador fue alrededor de los 8 años. En un principio, simples tiros de práctica, una forma de pasar el tiempo muy diferente a lo habitual en niños de esa edad.
En mi familia, el pionero de la caza con arco fue mi hermano mayor, mi asombro crecía día a día y las ganas de imitarlo me desbordaban, así que me puse en plan de conseguir mi arma.
El primer arco que obtuve fue único, despertó en mí un fanatismo incomparable, obviamente no lo utilicé para grandes cacerías, pero me sirvió de motivación, había encontrado un lugar en el mundo donde realmente era yo. Automáticamente supe que había encontrado mi pasión, la cual se convirtió en algo tan grande que persiste con firmeza hasta el día de hoy.
Con el pasar del tiempo fui creciendo y me formé como cazador, aún sigo perfeccionándome ya que los avances y nuevos accesorios para esta actividad son asombrosos y constantes, mi teoría es que uno nunca deja de aprender, siempre existe algo nuevo donde es necesario echar un ojo, esto es fantástico porque nos conduce a una evolución permanente. Así como en sí misma, “la vida”.
A los 16 años obtuve mi primer trofeo de caza mayor, un ciervo dama que cacé en la provincia de Buenos Aires. En simples palabras lo describiría como una experiencia única e inolvidable, que tuve la oportunidad de relatar en otra ocasión.
Según mi opinión llevar un trofeo a casa acompañado de un pedazo de carne, no tiene comparación, esa sensación de victoria, de éxito, es pura e inigualable.
Al día de hoy, tengo 18 años y las ganas de poner una flecha a volar son constantes. Al disparar siento que por un segundo queda todo atrás, en ese momento estamos sólo el arco, la naturaleza y yo, no existe mejor sensación.
Intento practicar al máximo para poder dar lo mejor de mí en el momento necesario, creo que todo esfuerzo tiene su recompensa, sobre todo si haces las cosas con dedicación.
Táctica de caza
Son muchas las precauciones que hay que tener como cazador con arco, siempre es importante tener en cuenta las condiciones de viento, altura y sobre todo, la distancia.
Es esencial tener noción de la dirección y fuerza de la corriente de aire para planear la emboscada, actuar de forma errónea puede alertar al animal invitándolo a su escape.
La necesidad de una corta distancia de tiro es fundamental, las condiciones se igualan y tanto el cazador como la bestia, tienen un objetivo. Es en ese preciso instante tu cuerpo se paraliza, el corazón empieza a latir más fuerte de lo habitual y sentimos que los nervios son incontrolables, esa sensación de plena ansiedad hace que nuestro cuerpo naturalmente genere adrenalina, es algo hermoso y adictivo. Lo importante es conservar la calma, respirar, tomar coraje y una vez decido, jalar el gatillo del disparador y darle vuelo a esa letal flecha.
Son muchas las veces que un cazador con arco vuelve a casa con las manos vacías, en ocasiones es frustrante, pero eso es lo atrayente de esta actividad, cuando emprendes un nuevo viaje de caza tu instinto sabe que no solo vas por una presa, es un camino más profundo aún, donde el ensayo y el error nos construyen como grandes cazadores.