Esperábamos ansiosamente la apertura de la pesca en Tucumán, los dirigentes de los clubes de pesca locales, los operadores turísticos y comerciantes hacían fuerza para poder liberar esta actividad.
Por Rubén Marco
La nueva directora de Fauna de Tucumán, Liliana Fortini, tuvo muy buena predisposición y ayudó mucho a poder liberar el deporte de las cañas.
En pleno confinamiento nos preguntamos a ¿dónde deberíamos ir cuando levante la cuarentena? La respuesta fue automática: el dique La Angostura, porque es la vedette que tiene Tucumán. Por eso decidimos que nuestra primera nota tenía que ser en ese pesquero.
Para poder pescar, primero, tuvimos que sacar un permiso especial para deportes permitidos, otorgado por el Comité de Emergencia de la provincia y, de esa manera, emprendimos este primer viaje. Una emoción muy grande nos invadió al volver a ver este espejo.
Para llegar al mismo tuvimos que recorrer 110 km, casi 2 horas de viaje, ya que hay unos 50 km. que se realizan por caminos de montañas, que comienzan a dibujar un paisaje extraordinario donde reina el verde, precipicios y cascadas que llenan nuestros ojos de naturaleza pura. A mitad de camino nos encontramos con el “Indio ” una gran escultura creada por Enrique Prat Gay en 1943.
Al llegar al mollar nos esperaba en el Yacht Club, “Migui” Quesada, quien presta servicio de alquiler de embarcaciones hace muchos años, y también tuvo mucho que ver en la apertura de la actividad en Tucumán, ya que participó de todas las reuniones con el comité de emergencia.
Como a las 7 de la mañana llegamos a la orilla con una temperatura de 2 grados y una brisa que nos daba una sensación térmica bajo cero. Presentíamos una nevada, la experiencia nos preparó con buena ropa térmica y mamelucos, para poder combatir el intenso frío matinal.
Al llegar, Quesada, nos explicó los nuevos protocolos y nos tomaron la temperatura corporal para constatar que no teníamos fiebre. Nuestra embarcación ya nos esperaba en el agua, un tracker de 6 metros donde podíamos subir 3 personas, en la misma había un recipiente con alcohol para rociar las manos y los artículos las veces que sea necesario.
Subimos a la embarcación y comenzamos a navegar hacia la parte del medio del embalse, luego de elegir el lugar decidimos anclarnos. El anclado en este espejo no es un detalle menor ya que, religiosamente, cerca del mediodía, se viene un viento desde el sur que nos tiene que encontrar bien anclados. Esto lo tenemos en cuenta para poder pescar un poco más seguros, otra posibilidad sería refugiarse en la zona del murallón.
Una vez anclados, comenzamos el armado de nuestros equipos. El mismo consistía en cañas de 2,60 m., con reel pequeño con multifilamento. Comenzaríamos probando tanto a fondo como a flote. El equipo de fondo era un balancín con boya anclada, también conocido como “aparatito” o “araña”. Ésta es una muy buena opción cuando el pique se da a pocos centímetros del fondo, ya que nos permite calcular precisamente la distancia exacta entre el barro y nuestra carnada. La misma cuenta con una boya finita que nos acusará el pique mediante un nudo corredizo.
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