En la inmensidad patagónica, lejos de todo pero muy cerca del paraíso, un pesquero que escapa a cualquier calificación prudente y juiciosa.
Texto: Gabriel Luis Paccioretti gpaccioretti@yahoo.com.ar – Fotografías: Jorge Alberto Escobar
En medio de la estepa, completamente aislado, se encuentra El Roble, un lodge de pesca que desafía la credulidad… sencillamente porque es increíble.
Ubicado en un verdadero páramo, lejos de la civilización y de la vida urbana, hay un micro hotel para pescadores con todas las comodidades: cálido salón, wi-fi, delicada gastronomía, muy buen gusto estético, excelente servicio y esmeradísima atención. Llegar hasta allí es un duro recorrido que tiene las mejores compensaciones: comodidad y tremenda pesca.
Según el diccionario, “desmesura” es un adjetivo que alude a lo excesivo, lo que carece de mesura, lo que es exagerado o lo que es mayor de la medida normal. Y cuando se conoce El Roble se descubre que no hay otra cualidad que lo califique mejor. Esas comodidades y la calidad de servicios en ese lugar, tan difícil y aislado, corresponde a esfuerzos desmesurados… y la pesca también lo es porque, está fuera de toda normalidad, tanto en calidad como en cantidad.
Sólo ambientes tan inhóspitos y alejados, al margen del furtivismo y la presión excesiva de pesca, pueden brindar tantas y tan buenas capturas. El pesquero es un conjunto de dos pequeños arroyos y dos lagos dentro de enormes propiedades privadas que le agregan más cuidado a la ya citada inaccesibilidad.
Otro aspecto a considerar es que se trata hoy de una cuenca cerrada, porque el río Olnie (por donde desaguaba el sistema) hace varios años que está seco dado el bajo nivel del lago homónimo donde nace. Creo que esto también ayuda a su control y cuidado.
Antes de pasar a cada elemento del pesquero, hagamos una breve descripción: un arroyo alimenta al espejo superior. Y éste, a su vez, desagua por un corto curso hacia el lago inferior. Eso es todo.
EL CLARO
El lago superior, el más pequeño en superficie, mantiene siempre sus aguas muy límpidas y transparentes, quizás gracias a su mayor profundidad. Ofrece variados sitios de pesca según la conformación de sus costas (rocosas, con vegetación acuática, de arenas, con el veril cercano o lejano).
En las costas donde el veril está cerca (donde hemos conseguido los mejores portes de capturas), hemos buscado llevar las moscas a la mayor profundidad posible con líneas de hundimiento y streamers grandes de colores chillones.
En las costas de pendiente suave con fondos de arena, al igual que en las que abundan la vegetación (del tipo gambarusa), se pesca usando líneas de flote con ninfas o streamers. Cuando se ve las truchas “lomeando”, se las puede pescar usando moscas secas atractoras tipo Fat Albert, Chernobyl, Madame X o similares. Y si el viento es suave, será una fiesta pescar “a pez visto” eligiendo las mayores.
En las costas someras con rocas sumergidas, también estamos obligados a usar líneas de flote para evitar enganches, sobre todo si se usan streamers.
Y si el viento arrecia, hay dos bahías bien reparadas que permiten pescar en las peores condiciones, por lo que este lago es el más accesible y amigable para los pescadores.
EL OSCURO
El espejo inferior es el más grande, pero con aguas muy opacas que hacen compleja la pesca. La turbidez quizás se deba a su escasa profundidad, ya que los fuertes vientos reinantes revuelven muy fácilmente los limos del fondo.
Pero la dificultad que ofrece es fácilmente vencida gracias a la pericia y el conocimiento de los guías que han aprendido a manejar la relación del viento con las aguas que aporta el arroyo. Cuando sopla el aire en dirección propicia, se generan “manchas” o “lamparones” de agua transparente que aporta el pequeño curso (inclusive, se puede llegar a ver el “chorro” si no hay viento).
En estos casos las truchas se nuclean a comer en las zonas claras o en la línea donde se mezclan aguas traslúcidas y opacas. Y, aparentemente, lo más rendidor es buscar el pique en las “junturas” de las aguas claras y oscuras.
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