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EL TRABAJO DEL GUIA

Todos somos expertos en el terreno que dominamos y con la especie que cazamos más a menudo, como es obvio… pero cuando vamos a cazar a ambientes ignorados o animales desconocidos, la cosa cambia y necesitamos un guía.

Por Gabriel Paccioretti  gpaccioretti@yahoo.com.ar

El trabajo de un guía es mucho más importante de lo que parece y, en estas líneas, vamos a tratar de reflexionar sobre ese tema.

Si bien deberíamos hacerlo más extenso, ocupándonos de otros actores del mundo cinegético, sólo nos vamos a ocupar de aquellos cazadores profesionales que nos acompañan personalmente en la cacería, ya sea que trabajen en un coto o de aquellos autónomos (lo que llamamos guías independientes).

Dejaremos para próximas oportunidades a los encargados de cazaderos privados (aquellos responsables de la organización, administración y, sobre todo, del manejo de la presión de caza) así como también de los Jefes de Guías que suelen tener los grandes establecimientos de turismo cinegético.

Cualquiera podría decir que un guía (o una guía… attenti porque ya las hay para acompañar a las mujeres cazadoras) es quien acompaña y facilita la tarea en la acción de caza, aunque creo que esa simpleza oculta muchos otros aspectos sumamente importantes.

DOCENCIA

Empecemos por lo obvio: si se están dando los primeros pasos en la caza, sea en la mayor como en la menor, se necesitan conocimientos y habilidades que no se poseen, por lo que no se puede cazar sin un guía, y esto es tan obvio, que excede lo profesional: todos hemos sido “Guíados” por un padre, un abuelo o un amigo. Y, aunque se cuente con años de experiencia, si uno viaja a zonas extrañas o a enfrentarse con trofeos desconocidos, es como empezar de nuevo.

Un buen cazador es alguien que aprende todo lo posible del Guía, que es la mejor manera de sacar provecho del dinero invertido. Y la calidad de un buen profesional de la caza está en la generosidad a la hora de enseñar al cliente, lo que ratifica y justifica la inversión. Este es el punto más sencillo y básico para evaluar el servicio, y es la base de la satisfacción del cliente.

Aproveche al máximo a su Guía, no tenga vergüenza y pregunte todo lo que le interesa saber. Preocúpese por entablar una comunicación franca con él y hágale saber que desea aprender, tanto de la caza en sí misma como de otros aspectos vinculados a la experiencia venatoria como la fauna, la flora o la geografía del lugar. Si se sabe preguntar, los guías son unos “libros abiertos”.

Vaya dispuesto a disfrutar del aprendizaje y aproveche para ser como una esponja. Pregunte por las huellas y sus características, cómo diferenciar la edad del rastro, las costumbres de los animales. Observe cómo manejar el viento y cómo moverse en el monte. Tome nota mental de las actitudes y técnicas usadas.

En el caso de herir un animal y tener que “salir a buscarlo”, preste mucha atención cómo el Guía sigue el rastro, los detalles que observa, consulte qué debe mirar y qué aspectos tener en cuenta. No tenga vergüenza y dígale qué quiere aprender de él, que le indique qué hacer y qué no hacer. ¡Aproveche al máximo el dinero que pagó!

Cada cacería deja una lista enorme de cosas aprendidas, dependerá de usted que sea corta o muy larga. La diferencia entre un necio y un sabio está en las ganas de mejorar, en la humildad de saber que tiene muchos conocimientos y habilidades por incorporar. Ya lo decía el sabio de Atenas: “Sólo sé que no sé nada”.

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