Inicio / Novedad / LOS CIMARRONES DE “EL ESPADAÑAL” – (1º Parte)

LOS CIMARRONES DE “EL ESPADAÑAL” – (1º Parte)

Ubicado en el centro norte de la provincia de Santa Fe, este establecimiento de 6800 has. es el primer campo inscripto como coto de caza de especies exóticas invasoras de esa provincia y nos abrió sus puertas para vivir una aventura realmente inolvidable.

Texto: Néstor Baldacci – @fogon_amigo – Fotografías: Gastón Baldacci – @gastonbaldacci.ft

A mediados de Julio de este año, se comunicó conmigo, a través del Instagram de Fogón Amigo, Emiliano Ferreyra, alias “Condorito” para comentarme que tenía un campo habilitado para la caza de especies exóticas invasoras, por la Dirección de Fauna de la provincia de Santa Fe que literalmente estaba repleto de chanchos cimarrones.

Claramente la invitación despertó automático interés en quien relata, y ni les digo cuando me empezó a mandar por WhatsApp fotos y videos de los chanchos que cazaban, hasta incluso con plena luz del día!!! La nota la programamos para la luna de octubre, ya que por su lado, estaban ajustando algunos detalles de la casa que usan para hospedar a los cazadores y, de mi parte, tenía bastantes compromisos previos por cumplir, entre ellos, como habrán visto en las ediciones anteriores, someter a cerakote e hidrografía los fusiles, con la gente de Water Designs Hidrografía, y luego visitar a Andrés Ronconi en su campo “Las Coloradas” en Entre Ríos.

Por supuesto, entre julio y octubre, seguimos intercambiando constantemente mensajes con Emiliano y siguió con su tortura descarnada, mostrándome casi todos los fines de semana alguna foto o videos de más y más, y muchos más, chanchos cazados o simplemente filmados en el establecimiento, lo cual hizo bastante eterna y adrenalítica la espera hasta que llegó nuestro turno de ir.

Lamentablemente en esta ocasión no pudo acompañarnos Damián Gallo para filmar y fotografiar la aventura, así que tuvimos que arreglarnos con mi hijo Gastón para cazar y retratar al mismo tiempo la aventura (por suerte Junior sabe bastante de fotografía así que no hubo inconvenientes) y arrancamos un viernes tipo 8 de la mañana desde la ciudad capital rumbo a Tostado, por la ruta que pasa por San Cristóbal y Huanqueros. En Tostado, siguiendo los consejos de nuestro guía, cargamos combustible y desviamos en la ruta que va a Vera hasta el km. 85 de la R.P. 98 donde nos estaba esperando Emiliano junto a Claudio Paz, que es el propietario del establecimiento “El Espadañal” (desde la ciudad de Santa Fe son aproximadamente 4 horas de viaje súper tranquilo y a un promedio de 110/120 km/h).

Desde este punto se gira hacia el sur y son aproximadamente unos 50 km. de camino de tierra hasta llegar finalmente al campo, donde había un grupo de cazadores que estaba terminando su turno y con una increíble faena de 11 padrillos en dos noches.

Cuando vimos semejantes gancheras, con Gastón pensábamos: “…chau, nos mataron todos los chanchos…”. Pero era increíble el optimismo de Emiliano y de los mismos cazadores que nos decían que estaba repleto de chanchos y que íbamos a cazar muy bien, lo cual finalmente pasó, pero no nos adelantemos.

Picamos un cordero a la parrilla y después de cambiarnos, salimos en la camioneta de Claudio con la idea de fotografiar y filmar algunas chanchas con crías que nos aseguraban que íbamos a encontrar pastando a la siesta.

Cualquier cazador de jabalíes o cimarrones sabe lo difícil que es creer esto, pero insistían tanto nuestros anfitriones que nos convencieron y allá fuimos, a un estero seco, enorme, donde ni bien llegamos pudimos ver dos chanchos a unos 500 metros nuestros. Paramos la camioneta y armamos el drone, medio a las apuradas porque los bichos se estaban yendo, y el apuro no es buen compañero porque por filmarlos, en un descuido, perdimos el celular de mi hijo, así que lo que iba a ser una tarde de safari fotográfico, se transformó en una desesperada búsqueda del dispositivo… que nunca apareció (aclaro que al otro día de nuestra partida, Claudio lo encontró en una huella de vaca así que fue un final feliz). Y ya eran las 18:00 así que pegamos rápidamente la vuelta para llegar a apostarnos, intentando la posibilidad de filmar o fotografiar algún chancho que entrara temprano a los cebaderos.

A Gastón le asignaron un apostadero que está a unos 300 metros de la casa, donde inicialmente entraban chanchas con crías, pero había huellas de que entraban también al menos dos buenos padrillos. Por mi parte, me ubicaron en otro apostadero a unos 1500 metros en el que entraba una tropilla grande (en esos lugares “grande” significa más de 20) y se veían también huellas de padrillos. Y así comenzó la espera…

Con el diario del lunes, somos todos grandes directores técnicos, con esto quiero decir, que con el resultado puesto, sé que cometí errores que me costaron la apostada, pero bueno, en ese momento me pareció prudente mantenerme en el apostadero como me había aconsejado Emi y desoí mi propio instinto… una vez ya instalado, se levantó un viento que venía cruzado de mi espalda y pensé un par de veces en bajarme y apostarme enfrente bajo otro enorme algarrobo que había. Así fue como a las 20:15 me entró un padrillo de frente hacia mi derecha, al que no podía ver porque me lo tapaban las ramas de mi propio árbol y que después de rezongar un rato, desconfiando (seguramente el aire le llevaba parte de mi olor, sin llegar a descubrirme totalmente) decidió marcharse y no volver más. Pienso que si hubiera estado apostado enfrente, quizás lo hubiera visto y quizás no lo hubiese alertado ningún olor, pero bueno, son conjeturas.

Gastón, sin embargo, y a pesar de la amargura del celular perdido, tuvo mejor suerte… alrededor de las 20 escuchó y olfateó un chancho que entraba por su espalda, muy sigiloso, que le dio un gran rodeo y finalmente le entró casi totalmente de frente a las 21:20 hs. al cebadero. Había muy poquita luna, porque estaba creciente y algo nublado, así que, si bien lo veía bastante bien con la mira, decidió prenderle la linterna táctica y el disparo inevitablemente tuvo que ser con el animal en movimiento, pegó apenas atrás del codillo, pero no fue suficiente para planchar al animal, que se vino un poco más cerca donde hizo un segundo disparo, también en movimiento y que pegó en el cogote un poco bajo.

Emiliano que estaba en la casa escuchó los disparos así que enseguida se presentó para buscar el animal, pero no había “quedado” así que tuvieron que rastrearlo casi 20 minutos, siguiendo lo que inicialmente eran unas gotas microscópicas de sangre (vista de lince nuestro guía para encontrar eso en un pastizal) y luego ya sí un rastro cada vez más grande hasta dar con el animal que agonizaba y fue ultimado justamente para evitar un sufrimiento innecesario.

Mientras tanto, por handy yo iba siguiendo la búsqueda casi on line, hasta que escuché el glorioso mensaje “¡lo encontramos es ENORME!”. Y así fue nomás, quizá en las fotos uno no aprecia el tamaño real, y más teniendo en cuenta que el animal ya estaba eviscerado, pero les aseguro que rozaba los 180 kg fácil y capaz que alguito más, porque entre los cuatro nos costó un montón maniobrarlo. En cuanto a la boca, no fue un trofeo memorable, pero tampoco despreciable y va a lucir espectacular cuando Damián nos arme una tabla con él.

Así terminó nuestra primera jornada en El Espadañal, brindando con rico malbec y yéndonos a dormir para estar listos a las 6 de la mañana y arrancar una aventura que vamos a compartir en la segunda parte de este relato y les aseguro, NO LO VAN A PODER CREER.

Contacto de Emiliano Ferreyra:  WhatsApp: 543425691761

Instagram: condoritohunter

banner-web-el-pato-lcd-2523
Abrir chat
Hola ¿Quiere que hablemos?
Si desea comunicarse con un representante de la Revista El Pato, lo invitamos a contactarse por WhatsApp