Aunque pareciera increíble, la Laguna Setúbal, en la capital de la provincia de Santa Fe es un espejo que nunca deja de sorprendernos, esta vez con lindos dorados a un paso de la ciudad.
Por Ariel Robledo
Hablar de la costanera santafesina es hablar de un paseo clásico en donde diariamente miles de personas se reúnen para desarrollar actividad física, tomar unos mates, disfrutar de las playas, o sólo dejarse llevar por el paisaje de la Laguna Setúbal, o de Guadalupe como muchos la llaman, un espejo de agua que se une en su extremo norte con arroyos, riachos y lagunas, y que es uno de los reservorios más importantes que tenemos a un paso de la gran urbe. La cuenca lacustre tiene aproximadamente unos 35 km de longitud de Norte a Sur. La superficie del espejo de agua es de unos 92 km², y recibe agua permanentemente del arroyo Leyes y el arroyo Potreros. Como aportes semipermanentes están los arroyos Saladillo Dulce y Saladillo Amargo.
Esta generosa laguna, siempre es noticia por la gran pesca que allí se puede desarrollar, aún con una alta depredación que, a la vista de todo el mundo, se hace diariamente con redes y espineles. Este espejo santafesino por el cual se han presentado muchas propuestas para sea declarado reserva natural, sigue dándonos satisfacciones a los pescadores deportivos, y ojalá en algún momento se atienda el pedido de quienes queremos que siga siendo un espejo rico en vida.
Lo que les voy a contar, es lo que nos deparó una jornada de pesca en este estuario, que indudablemente causó una enorme repercusión cuando se publicaron las fotos en las redes, y las filmaciones de la devolución, ya que recordamos que en la provincia de Santa Fe no se pueden sacrificar los dorados, aún cuando muchos depredadores lo siguen haciendo ante la inacción de quienes deberían controlar más exhaustivamente este recurso.
Jornada soñada
Gracias a una invitación de Ricardo Diez y Eugenio Cassarini, bien temprano por la mañana salimos desde las instalaciones del Club Náutico Sur de la ciudad de Santa Fe. Teníamos por delante dos opciones: tomar el Canal de Acceso (es un canal que utilizan los grandes barcos para ingresar al puerto) que nos lleva hasta el río Paraná o bien recorrer la laguna Setúbal, en busca de algunos doradillos en la modalidad de baitcasting.
El día se presentaba espléndido, y decidimos ir hacia la laguna, pasando por debajo del puente colgante Ingeniero Marcial Candioti y el viaducto Oroño, con proa hacia el norte. Días antes, mi hijo Valentín, había estado pescando en la laguna, hacia el norte, cerca de lo que es la obra del gasoducto que justamente pasa por debajo de la misma y unirá el paraje El Chaquito con San José del Rincón. Para esta obra, se han realizado algunos terraplenes y, en esos puntos, el agua pega con fuerza, y forma correderas en donde se pueden pescar algunos dorados.
Navegamos hasta este sitio, con esa idea. Al llegar nos sorprendió ver la claridad del agua que, gracias al filtrado que la vegetación de los bañados y lagunas provoca, es totalmente transparente y apta para la utilización de los señuelos.
Realizamos los primeros lances y tuvimos respuestas inmediatas de dorados chicos que en cardumen seguían a los señuelos hasta que uno de ellos lo tomaba. No eran grandes, pero la diversión estuvo asegurada unos minutos, hasta que no tuvimos más piques y decidimos buscar otro ambiente. Paramos en varios lugares, y en todos algún pique conseguíamos, hasta que nos llamó la atención la presencia de garzas en un carrizal que se formó frente a lo que es el faro de la costanera. El choque de agua era bien marcado y hacia ese punto dirigimos los lanzamientos de los señuelos.
La acción continuó con piques de doradillos hasta que en un momento, Ricardo, dirigió su lance un poco más al medio entre los pilares de la vieja aerosilla. Venía recogiendo su línea cuando sintió una tomada tremenda en el señuelo, y vimos estallar la superficie con un hermoso dorado. La sorpresa de todos fue instantánea y, mientras Ricardo peleaba con su pez, nosotros tomamos los teléfonos para disfrutar de ese mágico momento. Unos minutos de nerviosismo hasta que lo pudimos izar con el copo y festejar esta primera gran captura ante la mirada de quienes caminaban por el paseo costero. Tras la devolución, nos alistamos para empezar una nueva deriva.
Mientras navegábamos hacia el punto en donde tuvimos la captura, analizamos que si el dorado más grande tomó más al medio, se podría intentar hacer unas pasadas en la modalidad trolling, con señuelos un poco más grandes, de media agua.
Así fue que cambiamos los artificiales y, con los mismos equipos de baitcasting, empezamos a realizar una lenta pasada entre los pilares.
La profundidad cerca de estos pilares ronda los 12 a 15 metros aproximadamente, pero pasando un poco estas construcciones hacia el norte, la profundidad no supera los dos metros, formándose un gran veril en donde los dorados se ubican a la espera del paso de la carnada. El objetivo era hacer la pasada justo en la unión de las dos profundidades y ver qué respuestas podíamos tener.
Pasamos cerca de uno de los pilares, y el pique no tardó en llegar en el señuelo (banana de media agua color verde F.K.) de Ricardo, con otro hermoso dorado que atacó su artificial y, tras el salto revolucionó a todos los que éramos testigos de este bello tigre de los ríos.
A partir de ese momento, la sucesión de piques y capturas de buenos tamaños fue increíble. El tamaño de los dorados realmente nos impresionaba, y para colmo el trolling lo realizábamos a poca distancia, por lo que los ataques a los señuelos eran terribles.
Fueron un par de horas de frenesí, de admiración, de felicidad total, ante la maravillosa pesca que estábamos desarrollando a un paso de la ciudad.
Con el río crecido, indudablemente que esta laguna nos va a seguir sorprendiendo, con dorados de buen tamaño.
Al día siguiente, y con el dato fresco, fuimos al mismo lugar con Hugo Giardino, y logramos varios piques, ya no de tamaños tan importantes, pero sí en una buena cantidad, garantizándonos momentos de suma alegría.
Una vez más esta querida laguna Setúbal nos demostraba su enorme valor, no solo en el aspecto paisajístico para decorar la ciudad de Santa Fe, sino también por la vida que se desarrolla en este gran espejo de agua. Durante todo el año tengo la posibilidad de ir a pescar con mis hijos y amigos, y jamás nos falla, ya sea con la variedad de especies, como con la presencia de dorados y surubíes, según la época y el nivel hidrométrico.
Ojalá, no pase demasiado tiempo, para que las autoridades de turismo de la ciudad se den cuenta del incalculable valor que tiene esta laguna y sea declarada reserva natural, apta para el desarrollo de actividades náuticas y pesca deportiva. Los santafesinos hemos sido bendecidos con este imponente espejo, es tiempo de protegerlo más celosamente.