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CACHORROS DEL PARANÁ MEDIO

Un destino ubicado a tan sólo 40 km. de la ciudad de Santa Fe, y que se ha ganado el cariño de los turistas. Santa Rosa de Calchines conjuga naturaleza, pesca y tranquilidad en la costa santafesina.

Por Ariel Robledo

Guillermo Kees es uno de los pioneros en apostar al turismo en la costa santafesina con sus cabañas El Molino. Hace unos 27 años atrás, cuando nadie imaginaba que se podía hacer turismo sobre la ruta provincial Nº 1, Guillermo, arrancó con dos cabañas, y lentamente le fue incorporando servicios y atención, y hoy es uno de los referentes turísticos de la región con su complejo. Al alojamiento le fue incorporando servicios, e inclusive adaptando sus cabañas para personas con capacidades diferentes, tratando de hacer más accesible su propuesta. Después le sumó su taller de arte, y siempre le fue agregando actividades opcionales para que la gente pueda pasarla de mil maravillas durante su estadía en El Molino.

Emmanuel Kees, hijo de Guillermo, adoptó desde muy pequeño ese amor por el lugar, y su pasión por la pesca la fue plasmando en un servicio de excursiones por los riachos y arroyos de la región. Desde muy pequeño fue conociendo cada uno de los recovecos que tiene el amplio delta de la zona, y con distintas técnicas los pescadores que salen con Emanuel, suelen pasar jornadas a puro pique, con la variada cantidad de especies que hay, y también con calificadas pescas de dorados y surubíes.

Hacía bastante tiempo que no realizábamos una nota de pesca en Santa Rosa de Calchines, y después de conversar con Emanuel, decidimos hacernos un viajecito, para disfrutar de los paisajes y, por supuesto, de los lindos momentos que se pueden compartir arriba de la lancha.

Con la vista puesta en el cielo, y los ruegos para que el clima no nos juegue una mala pasada, llegamos temprano a Cabañas El Molino, en donde nos esperaba nuestro anfitrión con todo listo para zarpar.

El cielo nublado y con amenazas de lluvia, dejaba tenuemente asomar algunos rayos de sol. Comenzamos a navegar por el riacho Calchines, y enseguida nos dimos cuenta que la tonalidad del agua tenía mucha turbidez. Emmanuel, que estuvo pescando días antes, nos dijo que en las últimas horas había crecido mucho el río, lo que indudablemente también nos hizo imaginar que los cardúmenes podrían cambiar su lugar y su conducta.         

A tan solo unos 5 minutos de navegación, nuestro guía nos invitó a lanzar los señuelos en unas correderas, pero tras algunos lances y, al ver la tonalidad del agua, decidimos seguir viaje, tratando de optimizar las horas de la mañana, por si la lluvia nos obligaba a cortar la jornada antes de tiempo…

A medida que avanzábamos, no podíamos dejar de admirar la cantidad de sitios que hay para la pesca: salidas de lagunas, pequeños riachos, bañados, correderas, son parte de una geografía que presenta un laberinto de humedales fantástico.

Arribamos hasta un punto en donde confluían dos arroyos y una salida de laguna. Días antes, Emanuel, había tenido muchos piques de dorados en este sitio, por lo que pusimos aparejos encarnados con morenas, pero sin lastres, para tentar a los tigres del río.

Empezamos a derivar lentamente, y en la primera bajada, no tuvimos piques de dorados. Al llegar al final del recorrido, en mi caña tuve un pique, pero de manduva, un lindo pez que compone la variada, pero que en esta jornada no era nuestro objetivo.

Lo que intuimos era que si estaban las manduvas podrían estar también los surubíes. Por lo tanto, colocamos plomos en nuestros aparejos e iniciamos la bajada nuevamente. Grande fue la sorpresa cuando Emanuel nos avisa que tenía un pez en la punta de su caña y en simultáneo Hugo clava otro ejemplar. ¿Doblete! Y los cachorros que empezaban a darnos las primeras alegrías de la mañana.

Tras la devolución nos anclamos para ver si estaban presentes los surubíes en la unión de las aguas. Fue así que en escasos minutos volvimos a tener las corridas de los surubíes en la punta de nuestras cañas.

La verdad es que la pesca tienen esos cambios tan bruscos que la hacen impredecible. Hacía tan solo dos días, estaban los dorados en este mismo sector, y ahora estaban los surubíes. Igualmente siempre es fundamental la orientación del guía para que el margen de error sea el menor. Aquí con tan solo cambiar los aparejos, ya tuvimos buenas respuestas. Muchas veces en esos pequeños detalles radica el éxito o no de una jornada.

A medida que avanzaba la mañana, el sol se abrió paso entre las nubes, y pudimos disfrutar de la calidez de un día que se presentó con mucha inestabilidad pero que después mejoró notablemente.

Con varios cachorros de surubíes pescados y devueltos, decidimos ir en busca de los dorados en otros lugares. Sinceramente, la infinidad de sitios es impactante, y podemos pasar varios días pescando sin repetir lugares.

Realizamos varios intentos, y lo gramos piques de dorados muy chicos, lo que también sorprendía a Emanuel, ya que en tan solo un par de jornadas, no solo que cambiaron los tamaños de los dorados, sino también los lugares en donde picaban.

Entre piques de juveniles y algunos componentes de la variada, llegó el mediodía, y nos detuvimos bajo una sombra a disfrutar de un almuerzo sensacional. Estos momentos son los que en verdad enriquecen estas salidas, ya que más allá de la pesca que puede ser buena o mala, siempre es lindo parara a compartir anécdotas, un asadito, un pescado frito, y el rélax que nos ofrece la zona de islas, lejos de todo trajín urbano.

Estos son los instantes valiosos que componen una jornada en el río. Nada de apuros, todo tranquilidad. E incluso para quienes desean seguir pescando, el lugar elegido permitía seguir pescando variedad de especies desde la costa, con buenos resultados con amarillos, manduvés y moncholos.

La tarde

Con bastante pereza, ya que el lugar daba para “quedarse a vivir” nos levantamos y acomodamos todo en la lancha para realizar algunos intentos por la tarde.

Mate en mano, para ganarle a la modorra, pasamos por algunos sitios en busca de un par de piques y logramos dos cachorros más, a los que se les sumaron también unos doradillos.

El cielo se había nublado nuevamente, con una leve llovizna que aceleró nuestra llegada a la costa para levantar la lancha y dar por concluida la jornada.

En verdad hasta el clima fue cómplice del éxito alcanzado en esta jornada, en la cual más allá de los piques y las capturas, pudimos regresar a un pesquero que hacía tiempo no visitábamos y que tiene los mejores atributos para seducir a cualquier amante de la caña y el reel.

Nos despedimos de Cabañas El Molino y de Santa Rosa de Calchines, con la alegría de haber nuevamente relevado un pesquero santafesino que día a día se gana el cariño y admiración de los turistas.

Cabañas El Molino:

Ubicación: Barrio Aguaribay

Servicios: Alojamiento en cabañas con piscinas individuales. Alojamiento y gastronomía todo incluido a pedido de los turistas. Guía matriculado para excursiones de pesca con todo incluido. Paseos avistaje flora y fauna, en lancha muy segura, avistaje de flora y fauna.

Safaris fotográficos. Salón de arte litoraleño con guía profesional. (Acuarelas, óleos, cerámicas, tallas en madera. Servicio de información Turística.

Talleres de cerámica. Charlas motivacionales de Educación Ambiental.

Plazas disponibles: 82

Contacto:

Emmanuel: WhatsApp: 3424055955Guillermo: WhatsApp: 3426304212

Instagram: @cabanaselmolinoFacebook: ComplejoElMolino

E-mail: correo_elmolino@gmail.comarq.gkeesscotta@gmail.com

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