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POPAYÁN

Se trata de algo distinto, diferente, sólo para quienes saben que la pesca es mucho más que “sacar pescados”. Una experiencia total, donde las maravillas están dentro y fuera del agua.

Por Gabriel Luis Paccioretti – Fotografías de Lucca Costello y Jorge Alberto Escobar

Pescar en el río Popayán es una vivencia única, y sólo es posible tratar de transmitirla planteando una pregunta: ¿es posible que una experiencia de pesca sea maravillosa independientemente de los peces que se capturen?

En la respuesta a esa pregunta está la totalidad de la experiencia: un viaje que vale la pena más allá de la cantidad de las capturas. Allí se pescan mucho más que dorados… en Popayán Lodge se pescan también paisajes exuberantes, vivencias únicas, contacto profundo con la naturaleza, una flora y fauna desbordantes. Recuerdos únicos que jamás se borrarán en la memoria del pescador.

FRONTERAS

La pesca deportiva del dorado ha evolucionado constantemente: en los ´60 irrumpieron el spinning y el trolling, en los ´80 fue la aparición de la pesca con mosca, y en el amanecer del nuevo milenio estalló el baitcasting. Y así como se fueron incorporando técnicas, también se ampliaron las fronteras territoriales en ambientes cada vez más complejos y aislados.

En las últimas dos décadas, y muy especialmente entre los mosqueros, se sumaron ambientes cada vez más alejados y prístinos. No sólo se buscaban trofeos de mayores tamaños, sino también situaciones más exigentes, técnicamente hablando, y en escenarios más originales. Así surgieron los famosos ríos selváticos en los rincones más alejados de la cuenta del Plata.

En los últimos años la búsqueda no sólo llevó a la selva boliviana sino también a los cursos de nuestro NOA: Tarija, Juramento, Dulce, Dorado, Del Valle, Seco Hondo, Las Pavas y Popayán.

LA PESCA

No es una pesca fácil sino todo lo contrario: se trata de algo técnicamente complejo, sólo para gente de paladar negro que entiende que “sólo lo que cuesta, vale”.

El Popayán es un río pequeño, de difícil acceso y de aguas cristalinas, tres características que se conjugan para multiplicar las dificultades.

Como sucede con muchos cursos serranos o montañosos, cualquier pescador del litoral le bajaría el precio calificándolo de “arroyo”, y sólo se entiende el título de “río” en esa geografía concreta. En tan reducidas dimensiones, los dorados se concentran en sectores muy específicos, dependiendo del momento del día, la época y la temperatura del agua. Estos lugares no son fáciles de pescar porque, con aguas tan cristalinas, es difícil de llegar y castear sin ser vistos. Además, cualquier error se paga caro porque, una vez alertados los peces, habrá que pasar al siguiente sector hasta que se calmen.

La característica de río montañoso hace que el cauce sea abrupto, muy accidentado y de difícil acceso. Esta particularidad conspira contra la aproximación cuidadosa del pescador que, en muchos pozones, el acercamiento se parece más al rececho en la caza que a la pesca. Ni hablar de la falta de comodidad para lanzar en forma adecuada.

Las aguas cristalinas hacen todo más dificultoso. Para los que estamos acostumbrados a los agresivos dorados del Paraná que se lanzan vorazmente sobre cualquier mosca, el Popayán es desconcertante… estos bichos se parecen más a las truchas que a sus congéneres litoraleños.

Para redondear, no sólo es difícil llegarles, sino también es complejo ubicarse y lanzar sin alertarlos. Pero hay que sumar algo más: es exigente y agotador pescar en ese paraíso… es una mezcla de trekking, exploración y pesca deportiva.

EQUIPOS

Usamos equipos #6 y #7 con líneas de flote, y sólo en algunos pozones más profundos una de hundimiento. Aunque tendríamos que haber optado por equipos #8 para tener un poco más de potencia ante la posibilidad de prender alguno de los dorados más grandes. Siempre es preferible contar con más poder para ser más prepotentes y apurar la extracción para acortar la lucha, y así asegurar la sobrevivencia del pez. Debe recordarse que es un ambiente de montaña, un río torrentoso y tumultuoso, por lo que tenemos que tener el poder suficiente para frenar un buen trofeo que enfila a una cascada o encara a los socavones.

Por lo anterior, el material de los leaders debe ser confiable, sobre todo resistente a la abrasión del roce con las piedras que, por cierto, tienen bordes filosos. Lo más recomendable es flurocarbono de buena calidad. Respecto del tippet, mi opinión siempre es usar el mayor grosor y resistencia posible para poder “prepear” a esos toros amarillos.

En cuanto a las moscas, a los streamers deben sumarse poppers que imiten ratas para disfrutar de la pesca en superficie, si es que la situación lo permite.

Pero el equipo no se reduce a caña, línea, reel y moscas… también es importante la ropa fresca, de secado rápido y que cubra todo el cuerpo para evitar las alimañas como garrapatas y jejenes. No alcanza con repelentes, créame, recuerde que se trata de una experiencia de pesca verdaderamente extrema.

DISTINTO

Las aguas transparentes hacen de este pesquero algo sumamente interesante y, sobre todo, desafiante. Como ya dijimos, no es una pesca fácil, pero paga con placeres enormes, como poder ver con absoluta claridad los cardúmenes de sábalos y bogas enormes conviviendo con dorados de todos los tamaños, inclusive de más de 5 o 6 kilos.

Verlos seguir la mosca y no tomarla es infartante, peor cuando están inmutables en el fondo del pozón. Si alguien pensaba que la sutileza es exclusividad de las truchas, tendría que ir al Popayán para descubrir esta faceta de la pesca de dorados.

Otro dato distintivo es la posibilidad de usar poppers, un espectáculo digno de reyes. Los ataques en superficie son tan emocionantes como difíciles de provocar. El Popayán es algo para mosqueros de gustos refinados… digámoslo claramente: un menú para sibaritas.

EXIGENTE

El marco geográfico impone un esfuerzo físico considerable, para lo cual hay que entrenar un poco. No es para asustarse ni para temer, tampoco hace falta ser un comando de una fuerza de élite, pero tampoco es un pic-nic.

No lo subestime. Hay que caminar mucho por el río, trepar entre las piedras y sortear cerros por picadas selváticas, y esto no puede menoscabarse: si usted decide ir a pescar al Popayán prepárese física y mentalmente para una experiencia verdaderamente extrema.

El paisaje circundante paga bien todo el esfuerzo, el río y sus dorados justifican todo el viaje, pero debe ser consciente que se trata de una experiencia de pesca de altísimo nivel técnico y de gran exigencia física.

EL LODGE Y LA GENTE

El equipo de Pachamama Fly Fishing es excelente y de una calidez excepcional. Luciano, su titular, tiene un don de gentes fuera de lo común, de una gran conversación que da cuenta de una cosmovisión fuertemente enraizada en la cultura popular salteña y jujeña.

Sebastián es un guía innato que conoce la selva, su flora y su fauna como pocos. Daniel es amabilísimo y nos hizo sentir como en casa, y Lucca nos ayudó muchísimo con su oficio de fotógrafo. Y el cocinero Fernando nos hizo engordar como en un feedlot.

La casa es un antiguo y clásico casco de estancia (mejor dicho “finca”, como gustan llamar los salteños) antaño dedicada a la ganadería. Un maravilloso predio con una vista increíble de los cerros del Parque Nacional El Rey, y unos árboles de pomelos deliciosos.

Desde la casa hasta el río se recorren 18 kilómetros en camioneta que insumen una hora y media, lo que claramente pinta la complejidad del terreno. Esto asegura un río bien cuidado de los furtivos y absolutamente prístino, como si fuésemos los primeros en pescarlo.

EL AMBIENTE

Popayán Lodge se encuentra en el departamento de Anta (provincia de Salta), a unos 200 kilómetros de la capital provincial.

Ubicado junto al Parque Nacional El Rey, está al pie de los cerros tapizados por las yungas (o nimbosilvas, por las nubes que las cubren y humedecen), por lo que se trata de una zona de transición entre las selvas húmedas de altura y el monte chaqueño seco.

Forma parte de las sierras sub-andinas con clima tropical de temperaturas medias entre los 22 y 25 °C. Las lluvias alcanzan los 2000 mm anuales, concentradas en la época de diciembre a marzo, que hacen prácticamente intransitables los caminos e impescables sus aguas por las crecidas, por lo que la época de pesca es desde abril a noviembre.

La flora es exuberante: palo blanco, palo amarillo, guayaibí, cebil colorado, tipa y pacará, incluso un tipo de nogal criollo silvestre. Los colores de los lapachos son un espectáculo difícil de describir. Debajo de los árboles es una tupida maraña de helechos, enredaderas y arbustos de todo tipo, incluyendo epífitas en los troncos de las especies de mayor porte… y también orquídeas.

Respecto de la fauna, vimos pecaríes y encontramos cientos de huellas de tapires (anta lo llaman allí) y corzuelas. Más difícil de ver son los pumas, monos caí, osos meleros, yaguarundí y ocelotes.

Las aves que más vimos son pavas de monte, urracas, charatas y varias especies de loros. Pero nos dicen que también es fácil de toparse con tucanes y picaflores espectaculares.

SI SE ANIMA…

Para redondear este informe, permítame un consejo: SI PUEDE, NO DEJE DE VIVIR ESTA EXPERIENCIA DE PESCA… jamás la olvidará.

Allí pescará mucho más que dorados: volverá empachado de paisajes y naturaleza, encontrará complejidad técnica mosquera y, sobre todo, hará muy buenos amigos.

DATOS DE INTERÉS

Pachamama Fly Fishing / Popayan LodgeWhatsApp: +54 9 3884 78-5852

RRSS: @pachamamafly @ popayanlodgewww.pachamamafly.com.ar

AGRADECIMIENTO a todo el equipo de trabajo de Pachamama Fly Fishing / Popayan Lodge: Luciano Barazzuol, guía Sebastián Nina, cocinero Fernando “Gringo” Torres, logística Daniel Montiel, fotógrafo Lucca Costello.

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