En estos tiempos de pandemia causada por el COVID 19, que ocupa y preocupa por igual a toda la humanidad, en nuestra región está ocurriendo paralelamente un hecho que afecta directamente nuestros recursos naturales.
El Río Paraná presenta una bajante histórica, la mas importante de los últimos 50 años.
Tomando como referencia las cotas medidas en el puerto de Santa Fe, en 1970 el mínimo fue 0,20 metros y en el año 1971 fue 0,42 m. Luego de estas bajantes, la más baja es la actual que media el martes 7 de abril 1,23 mts. En los últimos 50 años, en 22 años hubo mínimos de menos de 2 m. Pero el promedio de registros mínimos es de 2,20 m.
Según los pronósticos, la bajante seguirá acentuándose en las próximas semanas. El INA (Instituto Nacional del Agua) prevé para el 14 de abril un nivel, siempre en el puerto de Santa Fe, de 1.7 mts y para el 21 de abril, 1.15 mts
Esta situación, que también afecta fuertemente al río Uruguay, incide directamente en la población íctica de los mismos. Surubíes, dorados, pacúes, bogas, sábalos y demás especies que habitan estas aguas, ven reducidos sus ámbitos, se agrupan en lugares profundos y muchos, muchísimos, quedan encerrados en lagunas o directamente varados.
El turismo en general, la pesca deportiva, los deportes náuticos y demás actividades relacionadas, debido al aislamiento social obligatorio dispuesto por el Poder Ejecutivo Nacional, no son practicadas en estos días. Complejos turísticos, guías de pesca, comercios afines entre otros, han visto paralizada su labor en sintonía con la emergencia vivida.
Pero lamentablemente, la pesca extractiva o comercial, ha generado matanzas indiscriminadas aprovechando la situación reinante en la cuenca. Decenas de fotos y videos han circulado en las últimas horas, mostrando como se “cazan” surubíes varados, o se extraen cantidades de peces encerrados en lagunas o pequeños espejos de agua.
Gracias a muchos pescadores deportivos y referentes de la pesca, provincias como el Chaco, han dado marcha atrás con su resolución de habilitar la pesca comercial. Así, los gobiernos de las provincias de Chaco y Corrientes, con muy buen tino, han prohibido la pesca comercial, quedando exceptuada la pesca de subsistencia practicada en su modalidad de costa con línea de mano y/o caña con reel y un anzuelo.
Es deseable y esperable que la provincia de Santa Fe y Entre Ríos también tomen cartas en el asunto y prohíban la pesca extractiva, habilitando solo la de subsistencia, en consonancia con las otras provincias con las que comparten la cuenca hídrica.
Es imperioso que quienes tienen las facultades de accionar en la protección del recurso actúen rápida y eficazmente, realizando controles en agua y rutas, para evitar el daño que se está produciendo.
Pero también es necesario que todos y cada de uno de los ciudadanos tomemos plena conciencia de nuestros actos y actuemos responsablemente. Es sumamente entendible que los trabajadores del río, que viven del mismo a través de la pesca extractiva, continúen haciéndolo solo para su subsistencia. Deben comprender que el daño que se le está ocasionando al actuar desmedidamente afectará a todos, incluso a ellos mismos, en un futuro muy cercano.
Cuidemos nuestros recursos, respetemos la naturaleza, actuemos responsablemente.