Una de las grandes ventajas de ser pescador y tener una ciudad rodeada de agua, es que en cualquier momento podemos salir con la caña y el reel a despuntar el vicio a tan solo unos minutos de nuestros hogares.
Recuerdo que cuando llegué a Santa Fe para desarrollar mis estudios, durante los fines de semana, salía con mi bicicleta a la zona de La Guardia, o Paraíso 17, sitios cercanos a la capital provincial en donde podemos desarrollar la pesca de variadas especies, muchas de ellas cazadoras, a las cuales las buscamos con artificiales. La cercanía a los cursos de agua o espejos que circundan a Santa Fe permite que, en un par de horas, uno pueda ir a sacarse las ganas de pescar.
A medida que pasaron los años fui conociendo más ambientes, y cada vez que llega la temporada estival, vamos a recorrerlos con mis hijos en busca de tarariras, san pedros, chafalotes, doradillos, dientuditos paraguayos, y varias especies cazadoras.
Esta temporada no fue la excepción, y aprovechando un par de horas libres de la siesta, salimos con Valentín y Santiago a probar suerte.
Los sitios
Después de la gran inundación de 1983, la ciudad de Santa Fe y muchas localidades costeras como San José del Rincón, fueron protegidas con “barreras de contención” que circundan las zonas urbanas. Para extraer la tierra y la arena que forman esos muros, se utilizaron dragas, para las cuales debieron hacer distintos canales, y también en los sitios de donde se sacó arena, se formaron grandes y profundas lagunas que actualmente las llamamos “los piletones”.
En estos espejos, cada vez que hay crecidas, ingresan muchas especies, y son el ambiente ideal para la reproducción de peces de todo tipo. Justamente, algunos de esos ambientes, tienen en sus profundidades al famoso san pedro o cara amarga, como se lo denomina.
Este singular y bello pez, tiene un colorido muy especial y, por sobre todo, presenta una linda pelea cada vez que los prendemos con equipos de spinning ultraliviano o liviano y, por supuesto, toman las moscas de manera franca.
Llegamos a la zona denominada Paraíso 17, y preparamos los equipos. Teníamos reeles y cañas de spinning, con pequeños frontales cargados con multifilamento de 0,10 a 0,18 mm. Para engañar a este sensacional predador utilizamos cucharitas giratorias de la marca Mepps, en número 2 a 3, en distintos colores. En mi caso tengo una de color anaranjado que la cuido celosamente porque me ha dado los más variados peces, en ambientes de todo tipo, incluso en la Patagonia he pescado muchas truchas con este color y modelo.
La ventaja de las cucharas giratorias es que uno elige la profundidad de natación de las mismas según la velocidad a la que recuperamos el reel: más lento recogemos, más profundiza, y viceversa. Las otras cucharitas eran de color verde flúor y verde con naranja. Raramente no tomaron las de color plateado, ya que es una de las que mejores resultados da, debido a que los san pedros se alimentan de pequeñas mojarras y alevinos.
Esta especie suele ubicarse en los huecos de los cangrejales que se forman en las barrancas, en los pequeños veriles de las lagunas, o en zonas donde hay piedra. Se ubica en estos sitios a la espera del paso de la comida. Una vez que detectamos el sitio, tratamos de pasar el artificial cerca de esos puntos y vamos a conseguir los ataques inmediatamente.
En los espejos elegidos, la idea era lanzar el artificial paralelo a la costa, tratando de rozar las barrancas que se formaban cerca de la parte playa y que caían a pique, formando lo que denominamos un veril. Había que insistir y cambiar las velocidades de tracción de los señuelos, para que, en alguna pasada, obtuviéramos respuestas.
El pique, y la embestida cuando toma el artificial es realmente magnífico, más aún con los equipos adecuados.
Fueron un par de horas en las que conseguimos unos quince san pedros de muy buen tamaño para lo que es la especie. Realmente es un pez que posee grandes atributos deportivos, no suele tomar cualquier señuelo, y hay que saber por dónde pasarlos para lograr seducirlos.
Un pesca que recomendamos y que la podemos desarrollar en muchos ambientes cercanos a nuestras ciudades. Anímese, es una manera económica de darnos el gusto con lo que nos apasiona, a un paso de nuestros hogares.