La privadita es un lugar soñado, de esos que ni bien entras te hacen sentir que ahí hay magia, que ahí hay sorpresas, que ahí hay vida… y que ahí para encontrar esas sorpresas vas a tener que insistir hasta ultima hora.
Una vez mas pusimos rumbo hacia los pagos de brandsen y cañuelas, hicimos la parada obligada a buscar un par de facturas y cafecito para el último tercio del viaje y luego de hacer el tramo de tierra nos juntamos en la tranquera del campo con Fede, gran amigo y pescador. El pronóstico era de mucho viento hasta pasado el mediodía, pero al ser una laguna con muchas estructuras, siempre se va buscando el reparito y moviendo de un lugar al otro es como mas rinde. Eso si, llevar pantalones largos, porque en esta época los cardos no perdonan.
Ya con los equipos armados, agarramos de los bolsos los señuelos que podían andar y los llevamos en una cajita o bolso pequeño para evitar cargar con todo en la larga caminata. La idea era comenzar en una zona profunda con unas gomas en trailer con cucharas giratorias, para ver donde movíamos alguna. Arrancamos a barrer a unos 40 metros de donde dejamos las cosas, y así en grupo íbamos cubriendo los famoso huequitos que debajo de la superficie esconden estructuras como arboles caído y palos viejo, lugar de donde suelen salir estos hermosos ejemplares en esa zona en particular de la laguna. Con cañas cortas y multi un poquito sobredimensionado, buscamos tiros precisos y raspando estos obstáculos ocultos.
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