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EN LA BÚSQUEDA DE LAS TARARIRAS SERRANAS.

Descubrir nuevos pesqueros fue parte de una aventura por el noroeste cordobés. Una región donde las obras hídricas se fusionaron con el paisaje natural, para transformarse en zonas ideales para la pesca deportiva. Una aventura que involucró tres destinos, entre diques y ríos, para desafiar a una especie luchadora y tenaz que apasiona a todo pescador.

*Por Adrián Ayala / Fotos: Tomy Olazabal

Invitados por Agencia de Córdoba Turismo, y su área especifica de Pesca Recreativa, pudimos concretar el viaje que verdaderamente se hizo desear. La Pandemia y el contexto sanitario, hicieron postergar el deseo de conocer zonas naturales donde la Tararira es la “Reina Madre” de las especies ictícolas.

Justamente este punto es fundamental, ya que en estas zonas narturales, la tararia se ha adaptado de tal forma que se ubica a tope de la cadena alimentaria, y sin depredador cercano ( como palometas o dorados), adquiere unas características que la transforman en un pez terriblemente más voraz, con mayor potencia y estéticamente distinta.

Nuestro Periplo:

La organización de la travesía implicaba tres destinos de pesca: Dique Cruz del Eje, Dique Pichanas y el río Quilpo. Con base en la bella localidad de Villa de Soto, y alojados en el Gran Hotel Municipal de Turismo, en un radio de 25 kilómetros, accedíamos a todos los pesqueros.

La aventura comenzó en el Dique Cruz el Eje con los servicios del guía Franco Catalfamo, quien en su cómodo trucker, fuimos en búsqueda de las primeras “taruchas” de nuestro viaje.

Franco nos contaba que, en esos días, el dique había subido unos 40 centímetros su nivel de agua lo que insinuaba, a priori, una complicación para la pesca. Así y todo, ese panorama no impidió que promediando las primeras horas de pesca y a medida que la temperatura subió, empecemos a sentir esa energía que fuimos a buscar. Con equipos livianos de baitcasting y spinning, con señuelos que bajaban un poquito, empezamos a dar con muy buenas capturas. A medida que nos fuimos ambientando con el lugar, los accidentes geográficos como los árboles secos y las bahías que se forman sobre las costas del dique, nos permitieron detectar el comportamiento de las tarariras, las cuales muchas de ellas se encontraban sobre piedras o ubicadas sobre la misma costa.

Río Quilpo:

La segunda jornada nos permitió conocer una aventura inolvidable. Esta vez, la apuesta era el “vadeo” y la caminata con agua hasta las rodillas. Nos dirigimos hasta el Camping Municipal de San Marcos Sierras, para allí conocer al guía Jorge “Toto” Cafure.

Toto nos guío en bajada sobre accidentes geográficos extraordinarios. Caminando con precaución, sin apuro, pero generando esa simbiosis entre humano y ambiente, que solo se puede explicar si lo vivís.

La clave de la pesca fue dar con lanzamientos certeros sobre las “cavas” que se forman entre el río y las piedras del fondo, como así también intentar que el señuelo ingrese entre las copas de árboles y la costa del río. Desafíos perfectos para todo amante de la pesca con artificiales.

Con el correr de las horas, la aventura se puso mejor, y las capturas fueron creciendo en tamaño y sobre todo en intensidad. Algunos dobletes, ver el pique en vivo, e intercambiar colores de señuelos, en ente caso funcionaron muy bien todo lo que son ranas de goma, en colores blancos y rosas, fueron algunos de los muchos buenos momentos que pasamos.

Pichanas:

El tercer y ultimo destino fue el Dique Pichanas. Allí nuestro anfitrión fue Martin Rodríguez del Complejo Barrancas del Río de Villa de Soto, quien nos llevó a conocer zonas de pesca verdaderamente impactantes. La posibilidad de ver un paisaje de árboles secos entre las piedras, y la conformación de bahías con aguas tranquilas, permiten que sean lugares tanto para la pesca como para los deportes náuticos, por ejemplo el kayak.

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Vale decir que una tormenta en la noche previa alteró un poco la jornada que se venía. Fuertes ráfagas de viento en el comienzo del día hicieron sentir un dique revuelto. Así y todo, pudimos dar con hermosos ejemplares de tarariras. Las capturas se dieron con señuelos de paletas 1 y 2 que “rascaban” las piedras, señal de que las taruchas estaban al resguardo. La jornada tuvo su momento de relax, con un gran almuerzo, charlas de amigos y preponderando las bellezas de la región del Noroeste Cordobés.

Un agradecimiento especial a cada uno de los guías que nos acompañaron en cada destino, a las áreas de turismo de Villa del Soto y San Marcos Sierras, y a Carlos Martín Occhetti y Mario Giordano de Agencia Córdoba Turismo.

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