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UN DESTINO PARA DISFRUTAR

Los pejerreyes se han instalado en cantidad en el sur del estuario entrerriano, entretanto la presencia de grandes bagres de mar anticipan una temporada excepcional de esta especie.

Por Eduardo González

Villa Paranacito, está enmarcada en un entorno de riachos por donde los pobladores, en un vaivén de lanchas y canoas recorren sus aguas realizando sus actividades diarias. Los cipreses calvos o de los pantanos brindan un colorido especial al paisaje, su follaje verde claro en primavera, amarillento en verano, en esta época se tiñen de un color rojizo contrastando magníficamente con el resto del ambiente.

Encuentro esperado

Motivados por las referencias de las buenas pescas de pejerreyes que se venían realizando, sumado a las expectativas de rencontrarme con mi amigo y guía Nicolás Terzi Poneff, con quien no nos vemos personalmente desde antes de las restricciones, producto de la pandemia que nos encontramos atravesando, programamos una improvisada salida a ese maravilloso paraje.

Fue la caída de una reserva la que precipitó el encuentro, cabe acotar que los fines de semana si bien son los más requeridos por el pescador, no son los mejores para la pesca ya que hay demasiado movimiento tanto en los cauces principales como en los arroyos internos.

Anticipos…

A todo esto, Nico me anticipó telefónicamente que habían cambiado las condiciones respecto a la pesca del gran Paraná, los grandes cardúmenes se habían desparramado y ya no resultaba fácil capturarlos en cantidad.

Los intensos fríos, producto de la ola polar que había azotado las dos últimas semanas, aunado a los vientos que soplaron alocadamente de diferentes sectores y con ráfagas de importantes intensidades, habían generado esta situación.

Sin embargo, me aclaró que la pesca de pejerreyes de medianos portes (o sea desde juveniles hasta unos 300 gramos) estaba asegurada, agregando que siempre están latentes las capturas de los matungos del Río Uruguay.

Pero a este comentario Nico le agregó un aditamento cargado de sorpresas: estoy seguro que un centenar de esos grandes pejerreyes se descolgarán en las líneas para el disfrute de todos. No obstante, lo que acontezca, tengo reservado para el final una pesca que solía ser inusual para esta época del año, pero que ya se está haciendo habitual, generando esa euforia y movimientos en los fanáticos de los bagres de mar. Recalcando e insistiendo: “estoy hablando de grandes ejemplares de estos siluridos marinos”.

Todo listo

Una neblina intensa demoró la salida, el pronóstico anunciaba soleado por la mañana con una tenue brisa del sector noroeste, cambiando abruptamente a partir del mediodía. Se proyectaba un viento sur con ráfagas que llegarían a los 20 nudos y una considerable baja de la temperatura.

Así, en su nueva y muy cómoda embarcación, emprendimos un atrayente derrotero en busca de los pozones del Paraná Bravo. Primero por el arroyo Las Tintas, luego por el río Paranacito, desde ahí por el canal artificial Galofre hasta desembocar en el Río Gutiérrez, primera parada para intentar con los pejerreyes.  

Continua disfrutando de esta nota, aquí: https://revistaelpato.com/2021/08/01/revista-el-pato-n-304-agosto-de-2021/

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