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QUERIDA PERDIZ, NUNCA TE QUISE TANTO…

Se desea lo que no se posee… y luego de tan larga espera, al fin pudimos volver a nuestro primer amor, a la pasión por la perdiz. Creo que nunca deseamos tanto una temporada de menor como la presente.

Por Luis Frixione 

Si se mira bien, la temporada de caza de perdices es sumamente corta, exigua podríamos decir. La mayoría de las provincias comienzan a principios de mayo y culminan a fines de julio. Sólo algunas, muy pocas, la extienden un poco más durante agosto.

En todo caso, y con mucha suerte, no son más de 14 o 15 fines de semana, si es que uno puede viajar a esas provincias donde se extiende la temporada. Pero en esos fines de semana, como son consecutivos y están concentrados en una misma época, todo conspira para que se reduzcan nuestras posibilidades: lluvias, alguna obligación laboral, alguien que se le ocurre casarse o bautizar un sobrino… en fin, muy rara vez se puede concretar más de diez cacerías de perdices por año.

Personalmente, trato de cazar perdices todos los fines de semana de la temporada, a veces cargando con cansancios acumulados del trabajo, o siendo descortés con amigos y parientes. Incluso arrastro a mi familia para que me acompañe y no se noten tanto mis ausencias sabatinas o dominicales.

Pero en todo caso, me obligo a salir tras la hermosa y sabrosa perdiz, porque soy consciente que la temporada dura lo que un suspiro, y pronto sólo será un recuerdo.

DISTANCIA

El enorme poeta libanés Gibrán Jalil Gibrán dice que a los afectos, al igual que a las montañas, sólo se los aprecia con la distancia… y, es cierto, solamente valoramos algo cuándo lo tenemos lejos.

Cada invierno es una fiesta largamente esperada, con tanta ansiedad previa, como euforia durante la misma. Pero este año las ganas fueron mayores, acumuladas a las del año pasado, porque no pudimos cazar perdices gracias a la maldita pandemia y no faltaron las zozobras frente a la dudosa apertura, angustias que tuvimos que sufrir por culpa de este virus.

El ciclo vital de un cazador de perdices se define entre una larga espera y un breve festejo: 9 meses es demasiada dilación para apenas 3 de temporada, una distancia que no se mide en metros sino en tiempo de vida. Pero ese trecho alcanza para aquilatar el verdadero arte de la caza de la perdiz, algo absolutamente nuestro y sin parangón en el universo cinegético.

ÚNICO

Esta práctica venatoria es propia de esta pequeña zona del planeta, sencillamente porque sólo en Sudamérica hay inambúes (el verdadero nombre de lo que nosotros llamamos “perdiz”). Hay muchas especies de estos tinámidos en nuestro subcontinente, pero sólo algunos habitan campos abiertos con poblaciones humanas con acerbo cultural cinegético deportivo.

Pero a la vez, únicamente en Argentina se desarrolló como una pasión realmente popular, sencillamente porque nuestros abuelos inmigrantes europeos podían hacer lo que sólo los aristócratas hacían en sus pagos originarios. Quién sabe por qué, no se dio el mismo fenómeno en el sur de Brasil o en Uruguay, que poseen praderas como las nuestras donde reinaba la ganadería, además de inmigración europea igual a la nuestra.

EXCELENCIA

La caza de la perdiz no tiene nada de “menor”, calificación que cada día me parece más injusta. Al contrario, creo que es la más aristocrática de todas las artes venatorias.

El trabajo en equipo con del perro, nuestro asistente con quién llegamos a conocernos tan íntimamente y hasta en los más mínimos gestos, sumado al difícil tiro al vuelo que suma instinto y técnica, hacen de este tipo de caza un verdadero arte.

La caza de la perdiz al estilo bien argentino, según nuestra tradición y en nuestros campos, es lo más leal que conozco: no hay guías, no hay cotos, no se ceba, todo es de igual a igual entre la perdiz y el cazador. Ella tiene tantas posibilidades de escapar como nosotros de capturarla, sólo media nuestra experiencia y conocimientos acumulados.

Sin miedo a ser pedante, sólo acepto usar la categoría de “caza menor” porque es harto evidente que se refiere a las dimensiones de la pieza, pero no al “tamaño” del trofeo… simplemente porque la humilde perdiz te pinta la cara en el menor de los descuidos.

Y, también sin vergüenza alguna, digo que soy CAZADOR con letras mayúsculas porque cazo perdices.

VALORAR LO VALIOSO

Desgraciadamente, los seres humanos no valoramos todo lo que tenemos: familia, trabajo, paz, amigos, salud… como ya se dijo más arriba, sólo valoramos lo que hemos perdido o lo que todavía no tenemos. La pandemia nos mostró claramente esto, tanto con la abstinencia de caza de perdices en el 2020, como con la incertidumbre y el miedo ante no saber si tendríamos temporada 2021.

Tenemos que crecer y madurar, valorar y cuidar lo que tenemos… yo quiero cazar hasta que mis huesos no me lo permitan más. Quiero seguir viviendo este mágico ciclo de esperar ansiosamente durante la veda y disfrutar de la temporada. Quiero que mis hijos y nietos sean cazadores, pero para eso necesitamos:

  • perdices,
  • campos dónde cazar
  • y que no nos prohíban la caza.

PERDICES

Hay verdades de Perogrullo que, lamentablemente, hay que explicar: para cazar perdices necesitamos perdices. ¿Le parece obvio? Pero parece que no lo es.

Tenemos que aprender a respetar las normas… y si no es por buena ciudadanía, debe ser por puro interés personal. No es sostenible ni sano cazar más de lo aconsejable, sencillamente porque nos vamos a quedar sin perdices. El futuro nos exige asumir con estoicismo la prudente austeridad de empezar a conformarnos con menos.

Debemos cuidar las poblaciones de perdices, no excedernos, debemos entender que las necesitamos para poder seguir cazando. Todo exceso de hoy serán perdices que nos faltarán en el futuro.

Tenemos que aprender a disfrutar de la totalidad de la cacería: el asadito, el trabajo del perro, el paisaje, los amigos. Hay que encontrar sosiego y saciedad ampliando la experiencia cinegética a toda la salida de caza. Debemos asumir que podemos ser felices con menos.

Debemos aprender a limitarnos. Por ejemplo, tirarle sólo a las perdices que marca correctamente el perro. ¿Para qué se tiene un can de muestra si se le va a tirar a cuanta perdiz atropellemos? Otro cambio debe ser disparar sólo cuando estamos confiados de acertar, para reducir así la cantidad de perdices que se vayan heridas, que morirán igual luego de una larga agonía y sin disfrutarlas en la gastronomía. Obviamente, esto no es un reto sino una invitación en defensa de lo que amamos.

Parafraseando a Bertold Brecht “qué tiempos serán los que vivimos, que hay que explicar lo obvio”. Piense en el futuro de la caza, si es que desea cazar en su vejez acompañado por sus hijos y nietos.

CAMPOS

Los cazadores de perdices tenemos dos enemigos: la agricultura y los pésimos colegas que ensucian la imagen de todos.

Necesitamos praderas, pasturas, campos donde puedan vivir y anidar nuestras amadas perdices. La agricultura (y muy especialmente la soja) está arrasando con los potreros otrora destinados a la ganadería y a la producción tambera. Sobre esto, los cazadores no podemos hacer nada, pero sí sobre el otro enemigo: los chantas que cazan.

Décadas atrás, había muchos potreros, y si un fulano se mandaba una macana que motivaba al dueño a no permitir cazar más, había otros donde pedir permiso. Cada vez quedan menos campos de pasturas, por lo que hay que cuidarlos: pedir siempre permiso, jamás meterse sin autorización, mostrar gratitud a los dueños y encargados, no dejar basura, apagar bien las brazas del asado, no dejar los cartuchos en el campo, siempre restringirse a los cuadros donde nos autorizaron… en fin, ser respetuosos.

Y, por favor, usemos responsablemente las redes sociales: basta de subir fotos de montañas de perdices o especies prohibidas como las coloradas. El día que los guardafaunas aprendan a usar Facebook van a caer muchos malandras exhibicionistas.

Todo esto está vinculado a las iniciativas para prohibir nuestra actividad… desgraciadamente hay muchos cazadores que dan razones a los anti-caza para continuar presentando proyectos de ley para impedir que cacemos.

NO NOS PROHÍBAN

Son muchas las iniciativas legislativas para prohibir la caza, tanto en el Congreso de la Nación como en los de las provincias. Y esto se combate sólo con unidad y coordinación.

Es urgente que los cazadores se asocien a un club de caza, cualquiera, el más cercano y más cómodo, no importa cuál sea. Es fundamental que las peñas y grupos de cazadores se constituyan en asociaciones de hecho para aumentar la cantidad de instituciones que los representan.

Es impostergable que los clubes, entidades y demás asociaciones de cazadores se acerquen a sus Federaciones provinciales. Hay que sumar instituciones para coordinar el diálogo con los legisladores, y con las autoridades de ministerios, secretarías y direcciones provinciales para defender nuestros.

Hay que apoyar la creación de una Federación Nacional que nuclee a todas las asociaciones, clubes, federaciones provinciales, cámaras, etc. para defender nuestros derechos en el Congreso de la Nación, así como en los ministerios del Estado Nacional.

Lo que no hagan los cazadores por ellos mismos, nadie lo hará.

LA VEDETTE

La perdiz es una especie maravillosa, única… que debemos valorar más.

Se trata de un hermoso animal que nos brinda la posibilidad de una caza espectacular, que envidian todos los cazadores extranjeros que nos visitan. Y dotada de una carne exquisita, de una calidad digna de la alta cocina internacional.

Debemos valorarla para cuidarla, para proteger nuestra pasión cazadora… por nosotros, por nuestros hijos y nietos.

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