En todo pescador siempre radica el sueño de pescar un gran dorado, o un gran surubí, en este caso, el sueño se hizo realidad en la llamada Zona de Concordia, muy cerca del paredón de la represa de Salto Grande.
En la edición anterior de la revista, les comentaba la experiencia vivida por Mauro Bolici y Damián Galetto, dos amigos pescadores que tenían la ilusión de pescar grandes dorados en Concordia. Gracias a su invitación, pude ser testigo de la locura y el delirio que desatan las grandes bestias del río Uruguay.
Teniendo contacto permanente con uno de los guías, “bebote”, nos íbamos informando cómo estaba la pesca y cómo se presentaba el río en los días previos al viaje.
En este caso vale aclarar que si bien vamos a pescar en un sitio en donde la pesca está “casi” garantizada, a veces las condiciones del río fluctúan tan rápidamente que también el pique y la manera de pescar los dorados cambian. Como dato para ejemplificar esta situación, les cuento que nosotros teníamos reservada una fecha para el viaje, pero el río creció tanto en los días previos que tuvimos que postergar unas semanas la pesca, porque el pique se había puesto bastante difícil, aún ahí mismo cerca del paredón.
Ya con las condiciones más normales den el nivel del río Uruguay, realizamos el viaje, con el objetivo de pescar primero las lindas bogas de esta lugar y, después, al mediodía, probar suerte con los lingotes.
Ya con el primer objetivo cumplido, encaramos el segundo objetivo de la jornada.
Doradazos
Cerca del mediodía regresamos al embarcadero, porque nos esperaba “Bebote”, guía de reconocida trayectoria en La Zona, para ingresar a pescar durante las horas de la siesta.
Pasamos los equipos de nuestra lancha a la que está habilitada para ingresar y navegamos para hacer el rol de ingreso. Con suma precaución, ingresamos, ya que las piedras, con la escasez de agua, estaban en su totalidad casi al descubierto. Pequeños surcos por donde la lancha pasaba, nos permitieron llegar para realizar los trámites de Prefectura.
Una vez listo, el guía nos sugirió utilizar poppers de gran tamaño ya que, debido a la bajante, seguramente los grandes dorados iban a estar en las zonas playas, detrás de las piedras, y justamente para tentarlos teníamos que arrojar señuelos de buen volumen y que provoquen grandes choques de agua. “Bebote” nos destacaba que cuanto más “quilombo” hace el señuelo, mejor es, ya que los dorados grandes se tientan con el chasquido de agua que provocan los poppers… y, si son grandes, ¡¡¡mejor!!!
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