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FIN DE TEMPORADA EN LA PAMPA

Cerramos la temporada de jabalí 2022 en los pagos de Quehué con resultados llamativos, tanto en cantidad de animales vistos, como abatidos. También pudimos corroborar el buen estado del monte y las poblaciones de ciervas de cara a la brama 2023.

Textos: Luis Frixione –  luisfrixione1922@yahoo.com.ar

Este año cerramos la temporada pampeana de chanchos en los campos de Raúl Maina, ya viejo conocido en estas páginas que nunca deja de invitarnos. Se trata de un hermoso campo con montes, médanos y excelente agua dulce. Allí se caza como hace tiempo, en la austeridad del campamento y la libertad de movimientos que permite la confianza de Raúl.

JABALÍES

Respecto a la cantidad, lo que vimos fue realmente sorprendente, y pudimos constatar, tanto de día como de noche, la enorme abundancia de chanchos.

Como era de esperar por la época, muchísimas madres recientemente paridas acompañadas de lechones de todos los tamaños. Se las podía ver correr con la lechonada siguiéndolas, tanto en las recorridas diurnas para cebar y echar agua en los charcos, como en la búsqueda matinal de los animales abatidos en la noche anterior.

Vimos algunas hembras jóvenes con camadas de 2 o 3 lechones, propio de las primerizas, pero la mayoría eran viejas chanchas con lechigadas enormes. Tampoco faltaron cachorrones, en grupos de 2 o 3, tal como sucede con los machitos jóvenes que son expulsados de las piaras y se encaminan hacia la madurez sexual, que también se pudieron ver de día.

El avistaje de chanchos durante el día es un indicio claro de la abundancia de la especie que, como bien se sabe, es de hábitos nocturnos bien definidos. No estamos hablando aquí de atropellar unos animales encamados mientras caminábamos en el monte, sino de encontrarlos en caminos y en los cebaderos en forma regular.

Raúl sugirió que los cazadores que se apronten temprano para disfrutar de ver los jabalíes cuando arriban a los cebaderos a plena luz del día, por lo que los tiros empezaban temprano, bastante antes del anochecer. Así puestas las cosas, no hacía falta estar demasiado tiempo en los apostaderos.

En mi caso, tuve unos días previos terribles y encima el viaje se retrasó, por lo que llegué tarde y fui derecho al apostadero pasadas las 7pm. Era principios de noviembre, hacía mucho calor, pero gracias a Dios la noche cayó pronto y con ella llegó el aire fresco, por lo que me dormí irremediablemente. Pero no hizo falta la vigilia: a cada rato me despertaban las chanchas con lechones…

Obviamente, no estaba permitido disparar a jabalinas… la que no estaba con lechones, seguro andaba pronta a parir. Y cazar una madre con crías tan chicas es condenar a una muerte segura a la prole. Había que esperar los machos.

Continúa disfrutando de este artículo, aquí: https://revistaelpato.com/2022/12/01/revista-el-pato-n320-diciembre-de-2022/#page1

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