El sur correntino está pasando por un momento fantástico de pesca, muchos dorados de distintos tamaños, son el deleite para quienes gustan de este pez emblemático.
Por Ariel Robledo
El tramo del Paraná Medio, viene siendo uno de los sitios en donde la pesca se sigue manteniendo en buena forma, con días de capturas de lindos tamaños y otros días con portes más pequeños, pero que a los pescadores les ofrecen diversión en todos los estilos: con carnada, señuelos o fly.
Con esta premisa viajamos hasta Esquina, para arribar al complejo Ingá Lodge, que siempre nos recibe con las mejores atenciones, en un lugar que posee todas las comodidades para sentirnos como en nuestra casa.
Llegamos bien temprano al complejo y nos estaba esperando Fabián con la lancha lista para salir en busca de las capturas. Antes de emprender la navegación, el baquiano nos consultó qué deseábamos pescar y con cuál de los estilos, ya que las condiciones eran aptas para el uso de carnadas y también señuelos.
En este sentido, le propusimos ir en busca de los piques con artificiales, ya que teníamos en nuestros bolsos unos nuevos señuelos fabricados en Reconquista, y que necesitábamos probar su funcionamiento. En este caso usamos artificiales F.K. para baitcasting, el modelo banana con pala uno. Este señuelo cuenta con un buen peso para los lanzamientos y su natación resulta muy atractiva para los dorados.
Tanto Hugo Giardino como yo, empezamos testeando este artificial en una zona de correderas cuya profundidad no era importante. Tras los primeros lances conseguimos las rápidas respuestas de doradillos que se abalanzaron con toda su furia provocando las primeras marcas a estos artificiales.
La verdad que nos sorprendió la cantidad de piques que logramos en las primeras horas de la mañana, de las cuales algunas fueron capturas y otros se terminaron escapando.
Es notable la población de dorados que hay en toda la zona del delta esquinense que se emplaza al sur, hasta el riacho Ingacito. Aves zancudas en las costas y gran presencia de carnada nos indican que los predadores merodean en la zona en busca de su alimento. Muchos piques de doradillos que, a pesar de su tamaño, nos sorprendían por la resistencia que ofrecían, producto de la buena alimentación que tienen.
Este es un claro síntoma que nos demuestra la importancia de las crecidas en nuestro Paraná, ya que con tan sólo unas semanas de río alto que tuvimos a fines del año pasado, hemos visto proliferar grandes cardúmenes de pequeños peces. Uno imagina que si tuviésemos una frecuencia mayor de crecidas, tendríamos un río mucho más poblado que el actual, aún con la constante depredación que sufre.
Tras probar la efectividad de los señuelos F.K. navegamos a otros sitios en donde la profundidad era menor y, por lo tanto, tuvimos que utilizar señuelos sin paleta tipo slider o gliding (“deslizarse” en inglés), con un movimiento más lento que los demás artificiales. En mi caso utilicé unos liples con sonajeros que lograron tentar a los dorados también. Pudimos conseguir muchos piques, siempre de dorados chicos y medianos. Los colores que mejor rindieron fueron los plateados, negros, verdes y blanco con distintas combinaciones.
Siempre buscamos respuestas en arroyos y zanjones interiores, y los tamaños eran similares en todos los sitios.
En un momento, Fabián, nos invitó a intentar algún porte mayor, pero teníamos que salir al Paraná, y testear la zona de barrancas que se ubica más al sur, con una serie de correderas y golpes de agua ideales para que estén los tigres del río.
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