A una linda pesca nocturna de surubíes, le sumamos el condimento de pescar pacúes con mosca.
Por Ariel Robledo
Ya estamos transitando el mes en el que la mayoría de pescadores del surubí comienzan a pensar solo en una cosa: La Fiesta Nacional del Surubí de Goya… así es, como hace tantos años la adrenalina, las dudas, las esperanzas, la estrategia, todo comienza a dar vueltas en la cabeza del pescador que ya está inscripto y que sueña con sellar su nombre en la placa de los ganadores.
Hablando con pescadores experimentados que tienen en su haber muchos concursos, me dicen que este es especial, que los seduce, es un imán que los atrae de manera increíble, y que les genera todos los años la misma ansiedad… todos lo quieren ganar, pero solo algunos pocos privilegiados pueden escalar a lo más alto del podio…
Y así, como todos los años Goya se viste con su mejor traje para recibir a la legión de participantes, así también nosotros viajamos en la previa de esta gran fiesta para relevar los pesqueros y conversar con el Presidente de la Co.Mu.Pe, Pedro Sa, sobre los detalles que van a caracterizar esta edición 2024 del Mundial de Pesca.
Con premios millonarios, y una fiesta que asume el gran desafío de brillar más allá de las coyunturas económicas, esta edición, tendrá espectáculos de primer nivel internacional, una Expo que se lucirá como nunca, presentará en el escenario mayor la elección de la Reina y, por supuesto, espectáculos musicales para todos los gustos. Nuevamente la gran fiesta intentará llenar de algarabía y pasión cada rincón goyano, y cuyos ecos traspasan las fronteras.
Después de una linda charla con Pedro, nos dirigimos hasta la bajada de lanchas en donde nos aguardaba Javier Enrique, con la embarcación lista para zarpar hacia su campamento La Amistad, ubicado en el corazón de las islas, hacia el sur de la gran ciudad.
Con todo listo, zarpamos y navegamos por un río Paraná que estaba planchado, con condiciones climáticas excelentes, y la expectativa de poder capturar algunos de los surubíes que en la fiesta serán los protagonistas.
Arribamos a La Amistad, y nos preparamos con los equipos para salir en busca de las emociones. Ya era el atardecer, cuando emprendimos viaje hacia el río Paraná, cuya salida está a unos pocos minutos de navegación.
Los guías de Javier, días anteriores estuvieron pescando sobre las costas del Paraná, aprovechando la gran presencia de sábalos que estaban transitando por esa zona. Sin dudar nos dirigimos hacia ese tramo que se caracterizaba por no tener mucha corriente, pero se podía ver gran cantidad de sábalos en superficie. “Si está la comida, seguramente pueden estar los surubíes…” me decía Javier.
Ya la noche había apagado los colores de la isla y ahí estábamos gareteando cerca de la costa, pasando por algunos veriles. En la oscuridad se podían escuchar los chapoteos de los sábalos y cada tanto algún estallido que delataba el ataque de un predador.
En un momento, Valentín, mi hijo, me dice que tuvo un toque… Segundos después y en total silencio, vemos que su carretel comienza a sacar línea y, tras trabar el pick up, levanta su caña para asegurar a la presa… “¡Suru!” Dice Javier, y comienza a alejar la lancha con el motor eléctrico para evitar que se enrede en los palos de la costa. Una breve pelea, y con el reflector alcanzamos a divisar un hermoso pintado que propuso un linda resistencia antes de posar para las fotos. Tras la devolución, navegamos nuevamente hasta el punto desde donde iniciamos la deriva. El pique no era firme, y cada tanto aparecían las palometas.
En una de las bajadas, Javier nos anticipa que prendamos las cámaras porque se venía un pique… al instante, clava y otro cachorro que se sumó a la lista de los capturados.
“Este año, si el río sigue en este nivel, seguramente van a salir muchos cachorros de este tamaño…” nos comentaba Javier, ya que por estos días se estaban sacando de 10 a 15 surubíes por lancha con turistas, obviamente todos eran devueltos, y solo algunos llegaban a superar los 0,90 cm. o el metro de longitud.
Debemos recordar que para que un surubí pueda desovar por primera vez, se necesitan que tenga al menos unos 97 cm. por lo que matar un cachorros por debajo de esa medida es condicionar el futuro de la especie… y sabemos que en muchos lugares se han efectuado matanzas de cachorros que ni siquiera llegaban a los 60 cm…
Después de realizar un par de caídas y con una acentuada presencia de palometas, nuestro guía nos sugirió cambiar de lugar y buscar anclados en algunos pozones sobre el gran río.
Nos ubicamos cerca de un sitio con muchos palos, y Javier nos indicó que debíamos utilizar plomos pesados, y lanzar hacia el medio del río, porque si lo hacíamos cerca de la costa seguramente podríamos engancharnos.
Realizamos los lances hacia el medio, con aparejos verileros y plomos tipo trompo de unos 100 a 150 gramos. Estábamos conversando de la vida, disfrutando de una noche maravillosa que ni mosquitos tenía, cuando siento en mi caña la llevada. Dejé correr unos metros y clavé firme. “¡Otro más para el cuaderno!” dijimos y el surubí que exigía a mi equipo, y yo que exigía a mi caña para que el pez no buscara la zona sucia de la costa. Como el tamaño no era muy importante, pude doblegar a la presa y tras unos minutos la subimos a la lancha para filmarla y devolverla.
Ya teníamos 4 cachorros y eran cerca de las 21 hs. Javier, me invita a cambiar de sitio, y le digo que si pescábamos un par más, ya la nota la podíamos cerrar.
Efectivamente, en el tercer lugar elegido, pudimos concretar dos capturas más de surubíes medianos y, con ellos, cerramos la nota referida al surubí, ya que al otro día el objetivo sería otra especie y otro estilo de pesca.
Cerca de las 23 hs, arribamos al complejo La Amistad, y nos dispusimos a cenar, disfrutando de las comodidades que tiene el “campamento” ya que hoy se luce con un servicio excepcional con habitaciones con baño privado, aire acondicionado, y las mejores atenciones.
Tras una larga sobremesa, nos fuimos a descansar, felices porque el primer objetivo ya se había cumplido.
Omnívoros con mosca
Nos despertamos temprano, y disfrutamos del desayuno a la vera del riacho que acaricia la costa del complejo. Lentamente las lanchas con turistas fueron zarpando en busca de nuevas emociones y, junto a Javier, nosotros también arrancamos, pero esta vez la búsqueda estuvo orientada a encontrar un ambiente con aguas claras y con peces omnívoros como los salmones, pacúes, pacupés, todas especies que gustan alimentarse de los frutos que caen de los árboles ribereños.
Gran conocedor de todos los ambientes que rodean a la Reserva Isoró, nuestro anfitrión fue navegando por lugares casi inaccesibles, en busca de ese arroyo que le presentara las condiciones que necesitábamos para pescar con mosca. Ya en las charlas previas, me había solicitado que lleve bolitas de siliconas, que se utilizan para arrojarlas con los equipos de mosca, y que imitan perfectamente cuando una fruta cae al agua para ser engullida por esas especies. “Vamos a pescar pacúes, no sé si grandes, pero los vamos a sacar con esas bolitas, y con equipos de mosca va a ser todo un show…” me decía Javier, y de reojo lo miraba a Valentín, quien está pescando cada vez mejor con los equipos de fly.
“Vale, vamos a pescar nosotros dos… y que tu viejo nos filme…”, fue el comentario de Javier antes de llegar al sitio apuntado.
Inmediatamente Javier y Valentín se dispusieron a pescar con los equipos de mosca, y yo a cebar mates y filmar…
La técnica era lanzar hacia la costa, pero sin hacer muchos casteos, porque el arroyo era angosto y no se necesitaba hacer tanta distancia. Cuando caía la bolita de silicona, dejaban que descienda unos segundos y, luego, se volvía a realizar el lanzamiento.
Los piques, antes de sentirlos, se los podía ver… En realidad la tomada era tan sutil que, al caer la bolita al agua, podíamos ver que la línea comenzaba a desplazarse lentamente hacia uno de los costados, pero sin provocar la tensión clásica de un pique… en ese momento paraban la caña de mosca y podían sentir en el extremo la resistencia del pez. Una pesca fina, muy fina que los mantuvo entretenidos a Javier y Valentín toda la mañana… y yo mirando cómo se divertían…
La complicidad de Javier con mi hijo, no es de ahora, es desde hace muchos años, y fui testigo de la satisfacción que le da a Javier saber que quienes eran pequeños pescadores hoy ya desarrollan técnicas de pesca avanzadas, y pueden sumarse como lo hace su hijo Agustín, a esta pasión sin límites.
En realidad no pesqué con la caña, pero pude pescar con mis ojos y la cámara la felicidad de Javier, disfrutando con mi hijo de una técnica muy interesante y de peces de varias especies que se alimentan de lo que la vegetación ribereña les ofrece.
Medio en broma y medio en serio, Javier le dijo al Vale: “Te voy a avisar para que vengas cuando estén los dorados… pero no le digas nada a tu viejo…”
Regresamos al campamento, disfrutamos de un sabroso almuerzo, y regresamos a Goya, para emprender el viaje a mi ciudad.
Fueron dos días, en realidad, una noche y una mañana de pesca, en un lugar que te cautiva por todo el entorno natural que lo rodea, porque tiene su encanto especial y en donde indudablemente La Amistad se fortalece…
Servicios:
Campamento La Amistad de Javier Enrique: Posee embarcaciones Electra Trakker de 560, con motores 4 tiempos. Alojamiento en zona de islas, con habitaciones triples, con aire acondicionado, comedor, baños con agua caliente, pensión completa, con todos los servicios, atención especial a grupos de pescadores; pesca con carnada, baitcasting y fly cast.
Consultas:
Contacto WhatsApp: 54 3777 603731
Fiesta Nacional del Surubí – Goya – Corrientes
Del 29 de abril al 5 de mayo