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MUCHAS PERDICES EN SANTA FE

Seguimos disfrutando de la excelente población de perdices que presentan gran parte de los campos santafesinos, a pesar de la durísima sequía que nos tocó vivir.

Textos: Néstor Baldacci – nestor.baldacci@hotmail.com – Fotografías: Damián Gallo

Sebastián Gallo, carpintero de oficio, es colega y amigo de mi co-equiper Damián Gallo (fotógrafo y camarógrafo que retrata todas nuestras aventuras) y hacía rato que en las peñas le venía insistiendo para que vayamos a cazar unas perdices en unos campos donde él, sin perro de caza, siempre lograba cazar unas cuantas con tan solo recorrer un par de potreros.

Claramente, cuando me transmitió esto Damián, despertó no solo mi curiosidad sino mi ansiedad por ir a conocer esos campos que prometían tan buena caza, si tenemos en cuenta que Seba ni siquiera contaba con un perro de muestra. Y ahí empezamos a organizar la jornada, eligiendo el sábado 10 de junio como fecha para la excursión.

Como de costumbre, el clima nos iba a hacer las cosas un poquito más difíciles ya que, de haber sufrido un clima veraniego de 30 grados durante toda esa semana, el sábado ingresó una ola polar que, si bien trajo muchísimo alivio en cuanto a la temperatura, venía acompañada de un viento sur realmente huracanado, que hacía salir las perdices como misiles.

Llegamos a destino a media mañana, esperándonos Seba en la casa de sus suegros donde recargamos los termos con agua para el mate y partimos a los potreros distantes unos 7 u 8 km aproximadamente del ejido urbano. Ya en el camino podíamos darnos cuenta que nuestro anfitrión no había exagerado, los potreros estaban uno mejor que el otro y cada rato nos cruzaba alguna perdiz por el camino, lo que iba aumentando aún más nuestra ansiedad.

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Previo avisarle al dueño que habíamos llegado, nos dirigimos al final del campo para dejar la camioneta y poder soltar las perras que se estiren y hagan sus necesidades. Ya el cambio del tiempo se hacía notar, el viento cada vez era más fuerte, pero las ganas de entrar a cazar eran más.

Como dije antes, Sebastián nunca había cazado con perro de muestra, así que aprovechamos la invitación para hacerlo cazar con Guapa, la perra de Damián, mientras yo salí con Huayra (madre de Guapa), la perra de mi hijo, que no nos pudo acompañar, por mi lado.

Encaré con viento a favor el primer lote de alfalfa, bastante alto para mi gusto, con la idea de ir hasta el final y ahí sí, pegar la vuelta con el viento de frente para optimizar el trabajo de la perra, mientras sugería la misma estrategia para el grupo de Seba y Damián que encararon otro de los grandes potreros del campo.

Al principio nos costó bastante ya que el viento de cola y la altura del alfa hacían que las muchas perdices existentes, tomaran vuelo generalmente fuera del alcance, sorprendiendo a las perras.

De todas formas, cuando encaramos el recorrido inverso en otra sección del lote, la cosa se puso muy linda, acompañando algunos derribos de muchos yerros. Menos mal que no llevé en esta oportunidad la escopeta calibre 14 (32) que tengo, porque con el ventarrón que iba creciendo cada vez más, no hubiera tenido chance alguna.

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