Ahora es el turno del componente que inicia el proceso del disparo: una pieza diminuta pero fundamental del cartucho que desencadena lo que llamamos “el tiro”.
Por Luis Frixione luisfrixione1922@yahoo.com.ar
Como todo el mundo sabe, el disparo se produce gracias a la violenta expansión de los gases generados por la combustión de la pólvora, y dicho así suena fácil. Pero a la historia de las armas de fuego les llevó mucho tiempo solucionar el problema del encendido, es decir, dar comienzo a esa ignición.
Aquí le dedicaremos unos párrafos al pequeño componente que se encarga de esa función.
BREVÍSIMA HISTORIA
Al comienzo de las armas de fuego, y durante casi todo el período de las de avancarga (es decir que se cargaban por la boca), se colocaba la pólvora en el fondo del cañón, luego un trapito o cuero muy fino, y finalmente la bala o los perdigones. Es decir, no había cartuchos como en la actualidad sino que el tirador o cazador lo “armaba” en el interior del tubo del arma.
Pero usted se estará preguntando cómo se producía el disparo. Sucede que en el fondo del cañón había un pequeño orificio llamado “oído” que comunicaba a la “cazoleta” donde se colocaba un poquito más de pólvora. Bastaba encender la pólvora que estaba en la cazoleta para que el fuego pasase por el “oído” hasta la carga en el interior del cañón. Como se dará cuenta, el proceso del disparo era mucho más lento que con los cartuchos modernos, en los que todo ocurre en mirisegundos.
En el inicio se usaba una mecha para encender la pólvora de la “cazoleta” y desencadenar el disparo. Pero luego se recurrió a mecanismos que provocaban un fuerte roce de un pedernal con una parte de acero (algo muy similar a cualquier encendedor), a este sistema se lo conoce genéricamente como “de chispa”.
Recién en 1799 un químico llamado Edward Howard descubre las pólvoras fulminantes que explotan o se encienden al ser golpeadas, pero no se les encontró aplicación práctica en forma inmediata. Seis años más tarde, el sacerdote escocés Alexander Forsyth inventa un mecanismo de percusión que utilizaba el encendido de las pólvoras fulminantes al chocar o ser golpeadas. Dado que la idea funcionaba simplificando y acelerando el mecanismo de disparo, varios armeros comenzaron a tratar de perfeccionar el sistema hasta que el armero inglés Egess, inventó el pistón o ceba, más o menos parecido al que conocemos hoy como “fulminante” (que en términos técnicos más adecuados deberíamos llamar “cápsula iniciadora”). Con este avance comienza la época donde se mejoraron las armas de avancarga usando pistones que facilitaban y aceleraban el proceso de recarga, además de producir el disparo bastante más rápido que con la chispa de pedernal.
Pero recién en 1836 Juan Nicolás Dreyse fue quien ideó la forma de unir el “fulminante” al cartucho, lo que permitió independizar la carga en unidades independientes del arma (pistón + pólvora + bala o perdigones en un mismo “paquete”). Diseñó así el primer sistema de retrocarga tal como lo conocemos hoy: colocando el cartucho desde “atrás”, es decir, desde la recámara.
Este avance de Dreyse evitó tener que cargar el arma por la boca, y simplificó y aceleró la carga de una manera impensada para ese entonces. Además, anuló los peligrosos errores que cometían los soldados con el nerviosismo de la batalla, como por ejemplo olvidarse de colocar la pólvora y poner la bala (que costaba mucho sacarla y lo inutilizaba para disparar reduciendo el mosquete o fusil al uso de la bayoneta). También estandarizaba la cantidad de la pólvora haciendo más regular la agrupación y, por tanto, mejoraba la puntería para la caza. Como se dará cuenta, fue un cambio copernicano en la historia de las armas de fuego.
Inmediatamente aparecieron una serie de armeros como Lefaucheux, Flobert, Berdan y Edward Boxer que desarrollaron y mejoraron la idea hasta conseguir una cápsula iniciadora similar a la actual, pero con la antigua mezcla química iniciadora compuesta de fulminato de mercurio, que luego sería sustituida por el clorato de potasa.
Al comienzo del siglo XX, casi simultáneamente, dos fabricas de municiones (la alemana RWS y la estadounidense Remington) descubrieron un nuevo tipo de cápsula iniciadora anticorrosiva que abandonaba el mercurio, y recurría a nuevos compuestos basados en derivados del plomo (estifnatos, estearatos o ácidos de plomo), solucionando así el gran problema de la corrosión. Estos eran los famosos “fulminantes anticorrosivos” ¿se acuerda de eso? Si usted tiene mi edad, seguro que sí). Y así llegamos hasta hoy en este breve viaje por el tiempo.
CÓMO FUNCIONA
Como ya sabe, la cápsula iniciadora (lo que comúnmente y no muy técnicamente llamamos “fulminante”) es el componente del cartucho donde se aloja la sustancia encargada de comenzar el proceso del disparo. Esta diminuta bomba contiene la mezcla química altamente explosiva que, al ser golpeada, produce la deflagración que enciende el propelente (palabra apropiada de lo que coloquialmente llamamos pólvora).
Para ver la cadena completa de hechos que produce el disparo: con el golpe de la aguja percutora del arma, se produce una pequeña explosión que provoca una llamarada que comunica el fuego a la carga de pólvora iniciando así su combustión, que no es otra cosa que una reacción química que produce gran cantidad de gases que se expanden violentamente incrementando enormemente su volumen y generando las presiones suficientes que impulsarán la bala o perdigones a lo largo de cañón hacia el exterior y en la dirección donde se apunta. Así de simple: la actual cápsula iniciadora (vulgarmente llamada “fulminante”) no es más que la moderna versión de la vieja mecha o el chisperío del pedernal.
TIPOS Y FORMAS
En los cartuchos de percusión anular (.22LR, .22magnum, .17HMR) el iniciador está incorporado en forma integral desde su construcción, y por eso no puede recargarse. La misma vaina hace de cápsula porque aloja la sustancia explosiva iniciadora en el interior del reborde del culote (foto 1 y dibujo A). Y es por esto que usted habrá visto que la aguja percutora golpea la pestaña contra el borde de la recámara de la vaina (foto 2), a diferencia de los otros tipos de cartuchos que golpea en el centro. Así aplasta el material explosivo alojado en el anillo generando el inicio de la cadena del disparo.
En los cartuchos de percusión central (foto 3), en cambio, la cápsula iniciadora es un componente independiente que se embute en un orificio practicado en el centro de la base del culote, es por eso que puede removerse y cambiar para recargar el cartucho. Este tipo de cápsula exige una diminuta pieza que actúa como yunque donde la aguja percutora del arma aplasta (y hace detonar) el componente explosivo.
BOXER Y BERDAN
Los cartuchos de percusión central totalmente metálicos (para pistolas, revólveres, fusiles, carabinas, etc.), admiten dos tipos de cápsulas iniciadoras: las BOXER y las BERDAN, llamadas así por el apellido de sus diseñadores. Y, por supuesto, no son intercambiables porque la diferencia también está en las vainas que las acogen.
Las cápsulas iniciadoras (o “pistón” como les gusta llamar a los españoles) tipo BERDAN carecen del yunque incorporado (foto 4 y dibujo A) y porque esta pieza está en la vaina (foto 5 y dibujo B). La cápsula es simplemente una pequeña copita que contiene la sustancia fulminante, que se coloca en el receptáculo del culote de la vaina que tiene el yunque sobre el “oído” que la comunica con la pólvora del interior.
Las cápsulas del tipo BOXER, a diferencia de las anteriores, son un poco más complejas porque contienen un pequeño yunque incorporado (foto 4 y dibujo A), de manera tal que la vaina sólo tiene el receptáculo donde colocarla (foto 5 y dibujo B). Este tipo es mucho más sencillo para la recarga y por eso es el más popular, además de haber ganado el mercado estadounidense que, como sabemos es el que impone su voluntad en el mundo globalizado.
PARA ESCOPETAS
Los cartuchos semi-metálicos (culote de metal con vaina de cartón o plástico usados para escopetas) de la actualidad emplean dos variantes del sistema Boxer, es decir con un yunque en su interior donde golpea la aguja percutora. Estas dos versiones tienen muy escasas diferencias, por lo que no creemos interesante ahondar en este asunto.
Al principio hubo cartuchos de escopetas con varios sistemas de iniciadores, pero en la actualidad se usa casi exclusivamente los aludidos en el párrafo anterior. Sólo sobrevive un cartucho de escopeta de fuego anular (como el .22LR): el 9mm. Flobert (las viejas escopetitas 9mm que todavía se ven por allí) que es fabricado actualmente sólo por una marca europea… y por lo tanto, muy caro y difícil de conseguir.
PARTES
Como se puede ver en el dibujo A, la cápsula iniciadora podrá tener dos o tres componentes, según sea de tipo Berdan o Boxer.
Las cápsulas iniciadoras (comúnmente llamadas fulminantes en términos coloquiales) de tipo Boxer tienen tres componentes:
- una copa metálica que funciona a modo de contenedor
- una carga de material explosivo
- un yunque donde se aplasta el material explosivo
Recordando que las vainas de tipo Berdan poseen el yunque incorporado en el alojamiento de donde se ubicará la cápsula iniciadora, ésta sólo tiene dos componentes:
- la copa metálica contenedora
- la carga de material explosivo
TAMAÑOS
Más allá del tipo, las cápsulas iniciadoras pueden ser de distintos tamaños, siendo las más comunes:
- para armas cortas de fuego central: SP (small pistol o chico) y LP (large pistol o grande)
- para armas largas de cañón rayado (carabinas, fusiles, etc.): SR (small rifle, es decir chico) y LR (large rifle, o sea, grande)
- para escopetas (en la actualidad, en el mercado nacional se usa una única medida y tipo)
Los dos tamaños para rifle tienen la copa metálica contenedora más resistente porque las armas largas tienen agujas percutoras con mayor recorrido y, en consecuencia, producen un golpe más fuerte que las armas cortas.
A la vez, además del tipo (Berdan o Boxer) y clase (SP, LP, SR o LR), los hay de diferentes potencia. Así podremos encontrar los standard y los magnum. Los fulminantes denominados magnum se utilizan para cargas de gran cantidad de pólvora o de pólvoras “lentas” porque tienen más potencia que los standard.
OJO
Aquí sólo hemos hecho una descripción de los diferentes tipos de fulminantes. Tenga en cuenta que, si usted es recargador, debe ceñirse a las tablas y recetas de fábrica.
Recuerde que se debe tener mucha experiencia para ensayar nuevas recetas. Colocar un iniciador magnum o standard no es un juego que admita el ensayo y error. Cualquier modificación puede cambiar enormemente los resultados, generando presiones peligrosamente excesivas (lo que es temerario) o también peligrosamente por debajo de los niveles aconsejables. Por exceso o por defecto, los resultados pueden ser dañinos, tanto para el arma como para el tirador.