Navegando las aguas del río Paraná, hacia el sur de Esquina, pudimos disfrutar del espectáculo que nos ofrecían los cardúmenes de mojarras que explotaban en la superficie, seguidos quizás por algún predador.
Por Ariel Robledo
Cuando llegamos al complejo Ingá Lodge, nos encontramos con un paisaje que hacía mucho tiempo no veíamos, y era el delta lleno de agua, con las embarcaciones en la costa casi al final del amplio parque que tiene la posada. Han pasado cuatro años, para volver a ver este paisaje, señal de un río alto que, como se pronosticaba, a esta altura del año, y por la corriente de El Niño, toda la cuenca del Paraná iba a registrar niveles importantes.
Esta vez los pronósticos se cumplieron y, por lo que dicen, estas condiciones seguramente se van a prolongar durante el verano, lo que implica condiciones ideales para la reproducción de nuestros peces, aún cuando sabemos que la crecida puede afectar a mucha gente que vive en las costas del Pariente del Mar.
Ingá Lodge
En una ubicación estratégica, kilómetros antes de llegar a Esquina, al sur, se encuentra el ingreso al complejo. En medio de un paisaje incomparable, se emplaza esta excelente posada que cuenta con todos los servicios para el deleite de los pescadores e, incluso, de las familias, ya que sus amplios espacios, gran parque, y confortables habitaciones, nos garantizan una estadía placentera, rodeados de mucha paz.
Al llegar, estaba Gustavo, su propietario, cerca del parrillero, preparando el fuego para deleitarnos con un buen vacío a la estaca. Acomodamos nuestras pertenencias en las habitaciones y nos fuimos a conversar al amplio salón, en donde se suelen hacer reuniones empresariales y corporativas, además de agasajar a los turistas que llegan al complejo. Una entretenida charla y la cena para cerrar el día de nuestra llegada.
Un nuevo día
Bien temprano, ya estaba la lancha disponible para iniciar la navegación hacia los lugares en donde el guía había descubierto gran cantidad de carnada pasando contra la costa.
Navegamos por las lagunas, arroyos, bañados esquinenses y, la verdad, había muchos sitios como para detenerse a hacer unas pruebas, pero el guía nos comentó que todo el dorado estaba pasando por el Paraná, que días antes estuvieron probando la pesca por los esteros y lagunas y no lograron piques. También era extraño que no se veía gran cantidad de aves como garzas o biguás, que suelen indicarnos la presencia de carnada.
Salimos hacia el gran río Paraná, y las costas que elegimos para las pruebas estaban al reparo del viento que soplaba del este, y que, según el pronóstico, iba a rotar lentamente hacia el sur por la tarde.
Con un verdadero arsenal de señuelos empezamos las pruebas, lanzando hacia la costa, viendo la cantidad de sitios en donde el agua pegaba con fuerza y se generaban situaciones ideales para tener piques.
En un momento, pudimos observar en la costa la gran cantidad de aves que se servían de los cardúmenes de mojarras o sabalitos que navegaban en contra de la corriente.
Mientras admirábamos ese espectáculo, Hugo tuvo el primer pique en la punta de su caña, con un doradillo que se tentó con su señuelo, una bananita de Alfer´s color anaranjada. Con esta primera emoción, comenzamos a disfrutar de una seguidilla de piques y capturas de dorados medianos, que mostraban una gran potencia al tomar los señuelos.
Por momentos había tramos del río en donde no teníamos ningún pique, pero cuando divisábamos la carnada, inmediatamente arrojábamos los artificiales hacia esos sectores y las respuestas no tardaban en llegar.
Por momentos teníamos hasta dos dorados prendidos en las cañas, generando una locura arriba de la embarcación indescriptible.
Pasamos un par de veces por los sectores en donde logramos piques, y después decidimos ir a pescar con carnada, en algunos pozones, buscando la variada y también algún cachorro de surubí.
Si bien teníamos un balde con morenas, intuimos que quizás con la gran presencia de mojarras que había, podríamos probar con esa carnada, así que me puse a pescar un par de mojarras cerca de la lancha, con unos pedacitos muy pequeños de morena. Una vez conseguidas un par de mojarras, lanzamos para ver si teníamos resultados.
Podíamos ver en la superficie el movimiento de peces cazando: manduvés, doradillos, algunos salmones. Con el río crecido la vida que muestran nuestras islas, es una verdadera maravilla. Después de muchos años de tener un río casi sin crecidas, esta es una nueva oportunidad que nos da la naturaleza para repoblar nuestros cursos de agua.
Tras algunos minutos de espera empezaron los piques de los bagres tapes, algunos armados y también manduvés. Indudablemente los peces estaban cebados con la cantidad de mojarras que había, y las respuestas en los aparejos encarnados con mojarras eran más inmediatas que los que tenían morena. Fueron un par de horas que le dedicamos a esta pesca, mientras tomábamos unos mates bajo la sombra de un frondoso árbol.
Gracias a la altura que registra el río, la navegación hasta la posada es más rápida, ya que se puede acortar camino por lagunas y bañados. Esta situación nos permite regresar al mediodía hasta el lodge, almorzar y descansar hasta las 15:30 aproximadamente, momento en el cual regresamos al río para cerrar la jornada hasta el anochecer.
Al llegar disfrutamos de una exquisita gastronomía que, como siempre, nos tiene acostumbrados Gustavo. Nos refrescamos en la piscina y descansamos unos minutos hasta que el guía ya estaba cerca de la lancha para zarpar.
La tarde
Muchas veces la actividad de los peces cambia y, en esta ocasión, nos sucedió que por la tarde, logramos tener mayor cantidad de piques que por la mañana.
Pusimos proa hacia el sitio en donde vimos gran actividad de aves, y al llegar nos sorprendió ver que los cardúmenes de mojarras y sabalitos se habían desplazado más al norte.
Apenas vimos movimientos en superficie comenzamos a lanzar en busca de piques. Algo para destacar que es que los colores de señuelos que tenían algún detalle naranja eran los que más piques nos daban. También funcionaron bien los verdes y algunos amarillos. Pero los de tonalidad naranja, no fallaban.
La actividad de dorados medianos era intensa, no nos daban tiempo a quitarle el anzuelo a uno que ya teníamos prendido otro, y así transcurrió la tarde entre pique y pique, disfrutando de un momento inmejorable del río.
Es importante, como lo decimos siempre, identificar los sitios en donde se concentran las aves zancudas, ya que son indicadores de la presencia de carnada. Mientras navegábamos, veíamos infinidad de lugares como para hacer las pruebas, pero también era cierto que no se veían indicios de actividad de carnada y, por ende, los predadores estaban ausentes. En cambio sobre el río Paraná, la explosión de mojarras y sabalitos, era tan evidente que no fallamos en escoger estos sitios para realizar los ensayos.
Por lo que anticipan los pronósticos, seguramente el nivel del río se mantendrá algunos meses como hasta ahora, lo que significa que también la pesca se mantendrá en un buen momento, ideal para aprovecharla en la modalidad y estilo que más nos guste.
Info:
Hotel Inga Lodge, está ubicado a orillas del río Corriente en la localidad de Esquina. Habitaciones amplias y con vista al parque. Salón comedor con la mejor gastronomía. Lanchas equipadas con motores 90 HP, todos los estilos de pesca, servicio integral con desayuno, almuerzo y cena. Promociones especiales. Ruta 12 Km 674
Consultas y reservas: +54 3777 652222 (Sólo Whatsapp)
Facebook e Instagram: @Inga Lodge