Por Hugo Giardino
Como venimos haciendo año tras año, desde que se inauguró la posada Pira Acú, la visitamos nuevamente con un excelente grupo de amigos. Decidimos una temporada de río bajo para poder pescar con artificiales, aunque la pesca aquí se puede realizar con diferentes técnicas en diversas épocas del año.
En esta oportunidad me acompañó Hugo y Manu Martinengo, Jorge Espasandin, Juan Carlos Di Pascuale, Mauro Denardi, Bruno Cantoni y Martín Ahibe.
Llegamos a la posada después de un muy cómodo viaje, partiendo desde Rosario con escala en Río de Janeiro y luego Manaos. Descansamos allí hasta el otro día, que volamos hacia la posada. Ésta cuenta con una pista de aterrizaje de tierra muy bien mantenida, que permite a los turistas llegar en un taxi aéreo.
Nos instalamos y nos dispusimos a armar los equipos. Este río tiene la particularidad de contar con gran variedad de especies, por eso es que los pescadores se ven obligados a contar con una diversidad de equipos. Llevamos cañas de bait de 5/8 a 6 pies y diferentes librajes, reeles de bajo perfil cargados con multifilamento de 20, 30 y 40 lb., equipos de spinning de diferentes potencias, algunos frontales medianos cargados con nylon 0,40 mm. y otros pequeños con multifilamento de 15 a 20 lb. También es necesario contar con un equipo pesado para los grandes bagres, que se puede alquilar en la posada. Caña de 60 a 120 lb. y reeles de perfil redondo cargados con nylon 0,90 mm.
La posada Pira Acú está enclavada en la margen misma del río Aripuaná, pero también se nos permite pescar en otros tributarios menores, como son el río Pasiuaba, el río Buiucú y el Guariba, que tiene también su lago con el mismo nombre.
Pescamos durante seis días completos. Los botes para dos personas pueden elegir diferentes destinos, podemos subir hasta los saltos más importantes que tiene este río situado a dos horas aguas arriba de la posada. Podemos también pescar aguas abajo o elegir algún tributario menor. De todas maneras, siempre se pesca en absoluta soledad, sabiendo que la comunidad Aripuaná posee casi 400.000 hectáreas de selva con sus ríos, donde sólo pescan los turistas que se alojan en la posada.
Una trientena de especies se pueden capturar con artificiales, y otras tantas con cebos naturales. En esta oportunidad pudimos capturar tucunaré cachorras, bicudas, matrinxa, jatuarana, pacú, tambaqui, barbado, cachara, jundiá, jacundá y pirarara. Muchos de estos con artificiales en la modalidad de spinning y bait.
Tuvimos también la oportunidad de observar muchos animales de la fauna local. Una gran boa de más de 6 metros en plena actividad alimenticia, dos onzas (jaguares), tapires, carpinchos, yacarés y hasta un ciervo menor. Gran cantidad de avifauna, destacándose los papagayos gigantes (araras).
La posada cuenta con un gran grupo electrógeno que nos permite utilizar aire acondicionado las 24 horas del día, servicio de wifi en algunas horas del día, duchas con agua caliente y unas camas con colchones extremadamente cómodos. Su cocina es realmente diversa, pudiendo elegir el turista entre tres y cuatro platos por comida. Redondeando con los barcos muy cómodos y seguros, un servicio 5 estrellas.
Cada vez que despega el avión para nuestro regreso, uno piensa que quizás pueda ser el último viaje a este sitio, pero cuando llegamos a nuestra casa ya estamos rearmando el próximo viaje a este paraíso natural, único en la región. Quedan en el planeta muy pocos santuarios naturales, créanme que este es uno de ellos.
Después de tantos viajes ya nos sentimos un poco dueños de casa, compartiendo una gran amistad con Ronaldo Pereyra y todo su grupo de trabajo, gente amable, sencilla y siempre dispuesta a solucionarle todos los problemas que se le presenten al pescador. Todos miembros de la comunidad.
Imagino a ustedes leyendo mi relato pero con ganas de ver imágenes del relevamiento. Por eso es que les dejo esta gran cantidad de fotos de todo el grupo que me acompañó, esperando que en el 2019 usted pueda ser parte de una nueva aventura amazónica.