Después de nueve largos meses de espera e incertidumbres, volvimos a caminar los potreros santafesinos en busca de la bella y noble perdiz.
Textos: Néstor Baldacci – nestor.baldacci@hotmail.com – Fotografías: Damián Gallo
El domingo 14 de mayo, salimos para abrir la temporada de caza de perdiz en Santa Fe. Teníamos una gran incertidumbre, ya que realmente no sabíamos con qué nos íbamos a encontrar. A diferencia de años anteriores, el último año del fenómeno de “la Niña” había sido especialmente intenso, dejando dos condicionantes muy importantes. Una ola de calor que en marzo fue realmente atroz, pero que aún sigue presente, con temperaturas cercanas a los 28/30 grados en pleno mayo, y una sequía tremenda, y con consecuencias devastadoras no solo para los productores agropecuarios sino para toda la naturaleza, sobretodo del centro del país.
Así que teníamos por un lado el fenómeno climático que planteaba y seguramente lo va a seguir haciendo, grandes desafíos para el cazador en esta temporada. Y por otro lado, la simple e inexcusable desidia propia de no haber coordinado en los meses anteriores aunque sea un vareo de las perras que las pusiera medianamente en forma (Huayra está en forma, pero cilíndrica por ejemplo) y que nos diera un mapa mejor de la situación del campo.
Pero las ganas pueden más, siempre, por eso es una PASION inexplicable y había que aprovechar el inicio de la temporada en Santa Fe, hasta el momento, la única provincia del país que había tenido el buen criterio de habilitar la caza de perdices. Hoy, cuando ustedes lean esta nota (Junio) quizás, y así espero, el panorama sea diferente, ya que el SENASA levantó todas las restricciones a la caza en relación a la gripe aviar, por lo que no habría excusas para que el resto de las provincias habiliten sus temporadas de patos y perdices.
La cuestión es que el 14 de mayo en Santa Fe se presentó soleado con una mínima de 12 y una máxima de 27 grados y viento moderado del sector norte, o sea un día a mi gusto NO perdicero, pero como dijimos, las ganas pueden más así que a media mañana, previo coordinar con el dueño del campo, estábamos estacionando la camioneta bajo la sombra de unas pinoteas donde además el viento corría fresco, muy agradable. Y el plan de acción era simple, como mi hijo Gastón no había podido sumarse, saldría yo con ambas perras, la suya “Huayra” y “Guapa” la de Damián Gallo, fotógrafo y videógrafo de Fogón Amigo.
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