Cada vez que llegan los meses de calor, y los peces se están por aparear en la zona de Puerto Corazón, los cardúmenes de peces forrajeros como el sábalo, y cazadores como el surubí y el dorado, se concentran creando espectáculos alucinantes ofrecidos por la madre naturaleza.
Por Armando García
Desde hace mucho tiempo, rondaba en mi cabeza la aventura de pasar tres días en ese tramo del río, viendo lo que la pesca nos podía deparar. Y otra de las ideas que tenía era la de poder realizar un campamento en esa zona costera que se caracteriza por sus frondosa vegetación y sus amplias playas de arena.
Cuando arribamos a la zona, vimos un gran operativo de Prefectura Naval que custodia la frontera, ya que días anteriores muchas lanchas foráneas estuvieron pescando en aguas argentinas sin la debida autorización. También estaba la Dirección de Fauna de Corrientes realizando operativos de control. Una vez presentados todos nuestros papeles y la documentación exigida, nos dirigimos hacia la zona denominada “La Corredera”, que es una formación de piedras que se sumerge en el Paraná, y en donde el agua pega con mucha fuerza, generando una situación óptima para la pesca de las grandes bestias que nos ofrece el río.
Como para ir calentando el pulso, decidimos realizar los primeros lances en este lugar, y la respuesta no tardó en llegar!!! Un tremendo dorado de unos 12 kilos, tomó el señuelo y se lo devoró de una manera sorprendente.
Tras la devolución de esa bestia, le siguió otra captura conseguida por Sergio, quien con otro artificial, logró el pique de un nuevo trofeo. La particularidad de las dos capturas, se dio en el ataque a señuelos de un mismo color: rojo y blanco. Al ver esta situación inmediatamente colocamos artificiales similares y las respuestas no tardaron en llegar. Fueron una sucesión de piques de grandes bestias doradas de las cuales cada vez más me enamoro. Tomaban los artificiales con una decisión increíble, y presentaban una magnífica pelea de esas que jamás se olvidan y que identifican al “gran tigre del río”.
A medida que avanzó la tarde, los piques fueron mermando, y si bien se veía a los dorados activos, ya no picaban con la misma voracidad que a la mañana. Ante esta situación, Marcelo, nos propuso ir en busca de los pacúes, y dejar para la próxima jornada nuevamente la pesca de dorados.
El Pacú
La costa elegida se caracterizaba por tener una profundidad cercana a los 11 metros. Lazamos el ancla en una parte playa, y las carnadas hacia la caída del veril. Al principio la sucesión de piques de armados casi no nos daba chances de nada. Apenas caía la carnada los armados la atacaban, hasta que en uno de los lances, la caña de Marcelito acusó un brutal pique, que identificamos enseguida como el de un muy buen pacú. Una fantástica pelea, y la felicidad enorme de Marcelo, quien buscó esta presa intensamente, y el Paraná se la ofreció, y en un tamaño formidable.
Nuevo día
Indudablemente que una de las cosas más lindas que tiene la pesca, es cuando hacemos campamento en la isla. Esta aventura hacía tiempo que la teníamos agendada y que por varias razonas nunca la concretábamos. Esta vez, a la maravillosa pesca que teníamos, también se le sumaba un completo campamento que realizamos a orillas del Paraná, y con grandes amigos.
Cada amanecer viendo el río planchado, tomando unos mates, y sintiendo las cacerías de dorados y surubíes a los cardúmenes de sábalos nos sorprendía, además de los aromas y los sonidos que la vida en naturaleza siempre nos regala. El asado, las comidas, las charlas, el silencio… todo es diferente y tiene un matiz especial cuando realizamos campamento…
En una de las mañanas, apenas el sol insinuaba su presencia, escuchamos como grandes olas que pegaban contra la costa. El sonido era similar al que producen las olas en el mar cuando llegan a la playa…
Inmediatamente, nos levantamos para ver de qué se trataba… El sonido era el que provocaban los sábalos, cuando el cardumen era atacado por ¡¡¡dorados y surubíes de gran tamaño!! El agua no estallaba, sino que se formaban como oleadas debido a la persecución de los predadores hacia sus presas… Era un espectáculo conmovedor, jamás lo habíamos visto, y muchas veces lo había escuchado de pescadores artesanales. Ahora me tocaba ser uno de los testigos privilegiados de esta magnífica danza de peces.
El cardumen de sábalos, tenía un ancho de unos 30 metros, y casi estaban por toda la costa, y cada vez que entraba un predador se generaban estallidos y oleadas impactantes.
La pesca
Viendo este show increíble, subimos a la lancha y nos dirigimos muy lentamente hasta la boca del arroyo cercano al campamento y en donde se producían los mayores desmanes.
Como la profundidad no era importante, utilizamos señuelos de media agua, y haciendo las pasadas en círculos, empezamos a vivir una experiencia inolvidable. En el segundo giro que hicimos con la lancha, Sergio, clavó un surubí tremendo, que le dio una magnífica pelea de varios minutos, que exigió al máximo a su equipo. Como la pelea le estaba insumiendo varios minutos, con la lancha a la deriva, Marcelo, lanzó su señuelo hacia el medio del cardumen y empezó a recuperar lentamente el artificial… Hasta que en un momento todo se transformó en delirio arriba de la lancha!!! Un imponente dorado, cazó el señuelo de Marcelo y, en la otra punta de la lancha, estaba Sergio con su gran surubí también peleando!!!
El mágico momento quedará de por vida registrado en nuestro corazones, ya que teníamos un doblete de surubí y dorado que jamás olvidaremos. Pasaron los minutos hasta que pudimos izar las dos bestias a la lancha, sacarnos una linda foto y verlos regresar a las claras aguas del magistral Paraná. Un abrazo interminable con grande amigos de la vida, y con el eterno agradecimiento a nuestro gran río, que siempre está dispuesto a darnos alegrías.
Un dato que es importante que los amigos sepan, es que cada vez que vamos a realizar una pesca con señuelos, y en espacial el trolling, chequeemos los anzuelos de las patejas, y si contamos con los instrumentos adecuados, que también los afilemos. Muchas veces un anzuelo con poco filo, puede ser determinante para prender correctamente a un pez o dejarlo escapar…
Me despido de este relato maravilloso que pude concretar en un tramo del río que es imponente, rodeados de pura naturaleza y de mis infaltables amigos, esos que hacen que la experiencia sea reconfortante cada vez que nos internamos en alguna aventura.